miércoles, 4 de enero de 2012

TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO EN GATOS II


TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO EN EL GATO (II)




TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO EN EL GATO (2) (AGRESIVIDAD)

En el número anterior de la revista, se publicó un primer artículo sobre determinados comportamientos indeseables del gato. En el de este mes, presentamos una segunda entrega que esperamos que merezca vuestro interés. Nos centraremos en los problemas de agresividad que son el segundo problema más frecuente en la conducta de estos animales.
 Las interacciones agresivas pueden ser sutiles, con miradas fijas o posturas del cuerpo, o pueden consistir en encuentros activos que implican bufidos, gruñidos, persecuciones, arañazos y mordiscos.
 No es raro que en la clínica diaria nos hagáis preguntas sobre determinadas conductas agresivas que en ocasiones habéis observado en vuestro gato.
 En el perro existen determinadas manifestaciones de este tipo que tienen como origen una causa orgánica, es decir una enfermedad. En el gato este tipo de agresividad es bastante rara, pero se dan, y por tanto también hablaremos de ella. En segundo lugar, el gato no presenta agresividad competitiva o por dominancia, por lo menos hacia las personas, como es frecuente encontrar en los perros, aunque ciertas actitudes parecen contradecir tal afirmación.


 AGRESIVIDAD HACIA LAS PERSONAS:

-Agresividad causada por falta de socialización:

El periodo de socialización más importante en el gato, se sitúa entre las 2 y 12 semanas de edad, que es cuando se aprenden numerosas interacciones adecuadas con otros gatos y personas.
 El momento más importante para exponer al gato a las personas se sitúa entre las 2 y las 7 semanas de edad.
 Los gatos que han perdido aspectos de lo que son las relaciones sociales corren el peligro de manifestar respuestas sociales anormales.
 Las acciones agresivas aumentan rápidamente cuando estos gatos son reprimidos, encerrados o corregidos. Una nutrición intrauterina inadecuada o durante el periodo neonatal puede influir en el futuro compartimiento del gato.

-Conducta de juego versus agresividad ofensiva o defensiva, y agresividad predadora:

Los gatitos que han sido criados a biberón y no han sido corregidos por su madre u otros hermanos de la camada por el juego violento pueden no limitar los arañazos y los mordiscos durante el juego.

 Algunas conductas que manifiestan vuestros gatos y que interpretáis como agresivas son en realidad conductas de juego.
 La conducta de juego se caracteriza por incluir determinadas secuencias motoras. Me refiero al hecho de que en el juego aparecen con mucha frecuencia movimientos característicos de la conducta depredadora. En ocasiones la conducta de juego acaba con un ataque dirigido normalmente a las manos o a los tobillos, especialmente si están en movimiento; en ocasiones, el ataque -que incluye arañazos y mordeduras- es lo suficientemente intenso como para causar lesiones, particularmente en personas mayores. Entiendo que os gusta jugar con vuestras manos, provocando las “graciosas” reacciones de vuestros gatos, pero esta actitud, a la larga, puede desencadenar “ataques”. En su momento os hizo gracia que el gato se escondiera tras un mueble y se lanzara sobre vosotros cuando os veía pasear. Sus dientes eran de leche y sus uñas poco consistentes. Cuando el juego se torna en problema el gato muerde de manera desinhibida y causa lesiones. Creo por tanto que ese tipo de juegos deberán ser realizados con alguno de los numerosos juguetes que tales fines existen en el mercado. A diferencia de cualquier conducta propiamente agresiva, los ataques que forman parte del juego no van acompañados de piloerección, ni de posturas características de ataque o defensa. Además, la secuencia motora que precede al ataque es la propia de la depredación.
 Este problema no es susceptible de ser corregido mediante castración. En muchas ocasiones el que seáis capaces de interpretar correctamente este tipo de conducta, suele ser suficiente para inhibirla. Es importante parar cualquier tipo de juego con vuestro gato en el momento en que se produzca cualquier mordisco o arañazo. Aún así, el uso de de fármacos anticolinérgicos puede contribuir a aliviar el problema.
 Existe lo que denominados agresividad predadora y que hasta cierto punto puede ser confundida con la de juego. Las posturas típicas son la cabeza baja, el cuerpo tenso, silencio, movimientos lentos o ausencia de ellos, y cola crispada. Este tipo de agresividad puede ir dirigida hacia ratones, y especialmente hacía diversos insectos que pueden estar presentes en las casas. El problema es que en determinadas circunstancias podrá dirigirse hacia niños o adultos (pies, manos) como un fenómeno fuera de contexto. En este tipo de agresión, la acción es definitiva y el daño se concreta.

-Agresividad redirigida:

 Es un problema relativamente frecuente en los gatos. Esta forma de agresividad aparece cuando el estímulo responsable de la conducta no es accesible al animal, de forma que éste dirige su agresión hacia un objeto alternativo, en concreto una persona. Suele coincidir con situaciones en el que el gato presenta una gran excitación
 La interpretación que dais a este fenómeno, es la de ataques súbitos e impredecibles por parte del animal que muestra una conducta normal en cualquier otro momento. En consecuencia, la agresividad redirigida puede ser confundida con un problema de agresividad por causa orgánica, que suele ser también poco predecible.
 Para su diagnóstico es necesario la identificación de la causa que la provoca, y debe descartarse antes, que alguna enfermedad que causa malestar o dolor en el gato, sea el origen.
 En la mayoría de los casos lo que desencadena estas expresiones de agresividad incomprensible son los sonidos de alta frecuencia, y en el caso de los machos, la presencia de otro gato, que no tiene que estar necesariamente cercano. La presencia de personas desconocidas o simplemente el traslado a un ambiente nuevo pueden dar lugar a agresividad redirigida hacia personas.
 Si sois capaces de identificar que es lo que desencadena la agresión, y os mantenéis alejados del gato en esas situaciones problemáticas, será suficiente. Por desgracia, esto no es siempre posible. Se dan casos en que el sonido del teléfono o del timbre, o de una sirena en la calle, son los culpables de esas respuestas. Prever cuando se van a presentar las situaciones anteriormente citadas es, en la mayoría de las ocasiones, imposible. Es importante saber que la disposición agresiva del animal puede mantenerse durante un tiempo considerable después de la desaparición del estímulo responsable.
 En algunos casos, la corrección definitiva del problema es sumamente sencilla. Si el estímulo es la presencia de otro macho (por ejemplo en la calle, o en la casa del vecino), la castración puede ser eficaz. Si llegamos a la conclusión de que la causa es una situación que provoca miedo en el gato, el tratamiento debe ser el que sugerimos a continuación.

-Agresividad por miedo:

El diagnóstico de la agresividad por miedo se convierte en algo relativamente sencillo de identificar, al reconocer la postura característica asociada a la agresividad defensiva. No está de menos recordar que las secuencias motoras que acompañan a los diferentes tipos de agresividad son hasta cierto punto constantes, y por tanto muy útiles para identificar el tipo de agresividad. La agresividad defensiva del gato incluye una secuencia motora caracterizada por piloerección (en la cola y en la espalda), presentación lateral del tronco con la espalda arqueada y cola erguida o en forma de U invertida. Las orejas se presentarán aplastadas contra la parte posterior de la cabeza, mostrarán los dientes, y arrugarán la nariz.
 La agresividad por miedo hacia una persona puede aparecer de forma relativamente súbita y sin que sea posible identificar la causa.
 Si conseguimos que el gato se habitúe a la presencia de la persona afectada sin que ésta se acerque demasiado a él, tendremos parte del problema resuelto. Alimentar al gato en su presencia es de gran utilidad. Existen tratamientos farmacológicos a base de ansiolíticos, en algunos casos facilitan la solución del problema.

-Agresividad por causa orgánica:

A pesar de que se trata de un situación poco frecuente, la agresividad por causa orgánica puede ser el resultado de un número considerable de enfermedades. Cualquier problema que provoque dolor puede desencadenar esta conducta; entre ellos destacan la impactación de sacos anales, artritis, lesiones orales, y en ocasiones las patologías que asientan en la vías urinarias bajas.
 El hipotiroidismo y el hipertiroidismo pueden causar irritabilidad y conductas agresivas. Es curioso pero se dan casos de gatos con hipotiroidismo, cuyo único síntoma es la presencia de manifestaciones agresivas. Ningún otro síntoma de la enfermedad como es la letargia, las alteraciones de la piel o la obesidad están presentes. Es por ello, que ante un gato con manifestaciones de agresividad, se debe hacer un estudio de funcionalidad tiroidea.
 Otras causas de agresividad pueden ser lesiones cerebrales, como tumores, infartos, encefalopatía isquémica, y encefalopatía hepática. Se han descrito casos de agresividad que remiten con tratamiento anticonvulsivante, lo que podría indicar que la causa es la epilepsia.
 Algunas infecciones víricas pueden causar ocasionalmente conducta agresiva. Entre dichas enfermedades destacan la rabia, el PIF, la leucemia, y especialmente la inmunodeficiencia felina (FIV) por acción del virus sobre determinadas estructuras cerebrales. Es interesante recordar que, el primer gato  en el que se aisló el virus de esta enfermedad, presentaba un cuadro de agresividad indiscriminada. Otro dato interesante es que la mitad de los gatos afectados por encefalopatía espongiforme felina mostraban conductas agresivas.

-Otras formas de agresividad:

De forma muy esporádica, el gato puede mostrar agresividad territorial hacia personas. Dicha agresividad no va acompañada de la secuencia motora típica de la agresividad defensiva y se manifiesta sólo hacia personas desconocidas para el animal.

-Agresividad entre gatos:

Las formas principales de agresividad entre gatos son la agresividad intrasexual, la agresividad por miedo, y la agresividad territorial.
 La intrasexual es dimórfica y aparece más en machos que en hembras. Es más intensa en las épocas de reproducción, siempre que dos machos se encuentran. La castración es el tratamiento de elección y suele ser eficaz en el 90% de los casos.
 La agresividad por miedo aparece a menudo de forma súbita y sin causa conocida entre gatos que habían convivido pacíficamente hasta entonces. Los animales se agreden siempre que se encuentran de forma accidental, y presentan las posturas características de agresividad defensiva. Para solucionar el problema deberemos habituar de nuevo a los gatos sin que mientras tanto puedan lesionarse. Podremos mantener a los animales separados excepto breves períodos de tiempo o sesiones de habituación. Es necesario colocar a los gatos en jaulas o transportínes durante las sesiones, de forma que se vean, pero no puedan atacarse. Esta técnica es también útil si introducimos un nuevo gato en casa, y el que ya estaba no le recibe con mucho entusiasmo. Es importante que en cada sesión de aproximación se intercambien los transportines, de forma que los gatos se expongan al olor del otro. Mientras se les expone se les ofrece su comida favorita. En vez de los transportines podemos utilizar correas para tener a los gatos controlados.
 Cuando no se están exponiendo sistemáticamente, los gatos deben de estar separados y darles sólo los requerimientos básicos sin prestarles más atenciones. Las habitaciones donde se guardan los gatos pueden intercambiarse después de cada exposición para que cada gato capte el olor del otro. El olor también se puede transferir de un gato a otro frotándoles con una toalla alternativamente.
 En ocasiones haremos uso de determinados fármacos para reducir la agresividad de uno y el miedo del otro.
 La agresividad territorial suele aparecer de forma gradual. Uno de los dos animales se comporta como agresor, y busca y persigue activamente al otro. El agresor controla visual y físicamente una o muchas zonas del ambiente, mientras que la víctima suele esconderse y evita activamente los encuentros sociales. La postura del agresor no es compatible con agresividad defensiva. El problema puede presentarse tanto en machos como en hembras. Es muy difícil de corregir y el consejo más razonable en muchas ocasiones es la separación de los dos animales en conflicto, es decir, que uno de ellos cambie de domicilio.

-Agresividad de reafirmación o relacionada con el estatus:

Las jerarquías sociales de los gatos pueden incluir interacciones con los seres humanos. Algunos gatos son dominantes y agresivos y pueden mostrar su agresividad hacia las personas cuando se les acaricia, cepilla o se les coge. Debéis saber que muchos gatos no soportan que se este tipo de actuaciones se prolonguen demasiado tiempo.
 El gato puede bloquear el camino del amo y mostrar conductas en busca de atención, como frotarse, o conductas desafiantes, como erizarse. Las conductas de frote y de golpeteo en este contexto son conductas de marcaje.

  Hasta aquí este repaso a lo que en un momento determinado puede tornarse fatal en la relación con vuestro gato, ya que los problemas de comportamiento hacen peligrar el vínculo entre seres humanos y animales y son causa frecuente de renuncia o de eutanasia de animales sanos.
 

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