GOLPE DE CALOR EN EL PERRO
Era 1 de agosto. Iniciábamos las vacaciones de verano. Nuestro destino, Canet de Berenguer,
un bonito y caluroso pueblo de la costa valenciana próximo a Sagunto. Nos acompañaba,
como siempre, «Funky», un Boxer de 5 años. La temperatura en el exterior del coche rondaba
los 40 ºC. Viajábamos «fresquitos» gracias al climatizador y pese a las fechas el tráfico era
fluido. «Funky» siempre se mostraba inquieto al iniciar el viaje, pero luego se tranquilizaba y
dormitaba casi todo el trayecto. Quedaba poco para llegar, unos 30 kilómetros, cuando algo
empezó a ir mal. Nuestro perro se puso en pie y comenzó a jadear. Una espesa baba colgaba
de sus belfos, su lengua aumentaba de tamaño por momentos, o eso parecía, y tomaba un
leve pero preocupante tono azulado
Pasé al asiento posterior. «Funky»
me miraba, yo le hablaba con la
intención de tranquilizarle, pero él
no me veía, no atendía, no escuchaba.
Estaba ardiendo, con sus mucosas congestionadas
y sus ritmos cardíaco y respiratorio
acelerados. Al poco rato se desplomó.
Parar en mitad de la nada no tenía
sentido, pero afortunadamente una
señalización indicaba que a tres kilómetros
entraríamos en una población. Necesitábamos
agua con urgencia y a ser
posible fresca. Paramos en el pueblo
—olvidé su nombre—. Eran las tres de la
tarde. ¿Se lo imaginan? Corrí a un bar e
hice acopio de botellas de agua. Mientras,
mi mujer había sacado al perro del
coche y buscado una sombra en una
acera que ardía. Durante 40 minutos enfriamos
su cuerpo con agua, usamos alcohol
del botiquín del coche para enfriar
sus axilas e ingles y le abanicamos con
un periódico al mismo tiempo que masajeábamos
sus extremidades para activar
la circulación. Pasado ese tiempo, que se
nos hizo eterno, su respiración todavía
acelerada, se fue ralentizando, como su
ritmo cardíaco. Sus ojos, antes perdidos,
comenzaban a vernos. «Funky» intentaba
incorporarse. Sus constantes vitales
empezaban a normalizarse y pensé:
«Saldrá adelante».
Nuestro Boxer había sufrido un golpe
de calor, aunque en ningún momento estuvo
expuesto a una temperatura superior
a la del interior del coche, 22 ºC marcaba
el climatizador. ¿Por qué? Ninguna
de las patologías que luego nombraré y
que predisponen a sufrir este proceso estaban
presentes en nuestro perro y tan
sólo dos factores podrían haber desencadenado
el golpe de calor. El primero, su
braquicefalia, característica racial, y el
segundo, la angustia, estrés o ansiedad
que en un momento determinado le pudo
provocar el viaje.
¿QUÉ PUEDE PRODUCIR EL GOLPE
DE CALOR?
El golpe de calor se produce en perros
expuestos a una temperatura ambiental
alta y que se mantienen en estrés (confinamiento
en un espacio cerrado). Es una
urgencia médica definida como una elevación
de la temperatura corporal que
supera la capacidad de los mecanismos
compensatorios del animal para disipar
el calor.
En la supertermia pirogénica o fiebre
están presentes los mecanismos termorreguladores
plenamente funcionales. Los
pirógenos (causantes de la fiebre: virus,
bacterias, tóxicos...) actúan sobre el hipotálamo
elevando el punto de ajuste térmico
hasta un nivel más alto. En la hipertermia
no pirogénica (golpe de calor,
convulsiones, ejercicio excesivo), los mecanismos
normales disipadores del calor
no pueden compensar la producción excesiva
de éste y la temperatura se eleva
por encima del punto de ajuste hipotalámico.
La temperatura crítica para la insuficiencia
orgánica es de 42,3 ºC.
Existen numerosos factores de riesgo o
predisponentes al golpe de calor: edad
extrema, escasa aclimatación al calor, hipertiroidismo,
diabetes mellitus, síndrome
de Addison, epilepsia, mala condición
corporal, administración de medicamentos
que afecten a la capacidad de disipar
calor (depresores respiratorios), enfermedades
cardiovasculares, neurológicas o
respiratorias (colapso traqueal, asma...),
braquicefalia (debido a la obstrucción
respiratoria superior asociada a una
conformación anatómica anómala), obesidad
y pelaje espeso.
¿POR QUÉ ES TAN GRAVE?
El golpe de calor se traduce en una disfunción
multiorgánica que constituye una
potencial amenaza para la vida, ya que se
presentará una falta de oxígeno en los tejidos
corporales, el sistema cardiovascular
necesitará más cantidad de este elemento
y como consecuencia la llegada de sangre
a los órganos vitales se verá reducida, habrá
muerte celular en el miocardio, hipertensión
pulmonar y colapso hipovolémico.
Además, el aumento de temperatura corporal
puede provocar edema cerebral con
muerte y hemorragia en células nerviosas.
En el aparato digestivo y como consecuencia
de la rotura de la barrera mucosa se
producirá el paso de bacterias y endotoxinas
a la circulación sanguínea que puede
dar lugar a septicemia. La hemorragia digestiva
y la necrosis de células renales serán
complicaciones frecuentes.
Cuando el golpe de calor es grave se
presentará un síndrome de dificultad respiratoria
aguda, asociado a coagulación
intravascular diseminada (CID: enfermedad
multisistémica con hemorragias en
todos los tejidos y disfunción orgánica relacionada
con la obstrucción de los capilares;
es común en los estadios terminales
de varias patologías fatales). Aparecerán
petequias y otros sangrados anormales.
La lesión térmica directa sobre el interior
de los vasos provocará un aumento de la
permeabilidad capilar, destrucción de
plaquetas y, debido a las lesiones hepáticas,
alteración de sustancias que favorecen
la coagulación.
El perro se deshidratará, al principio
descenderá su nivel de potasio (K) debido
a los vómitos, para luego aumentar
por destrucción de los tejidos y el desarrollo
de insuficiencia renal. Además, la
falta de agua circulante provocará un
aumento de sodio (Na) y cloro (Cl) y un
descenso de fósforo (P) y magnesio (Mg)
por causas desconocidas.
SÍNTOMAS
Lo que veréis en un principio será un
aumento del ritmo respiratorio (taquipnea),
hiperventilación, dificultad respiratoria,
aumento del ritmo cardíaco (taquicardia),
membranas mucosas secas e hiperémicas,
hipersalivación y actividad
mental alterada que pasará por diversos
estadios como estupor, ataxia, depresión,
convulsiones y coma. Además, el perro
sufrirá hipotensión, debilidad, síncope,
vómitos y diarrea, puntos hemorrágicos
en la piel y manchas cutáneas por vasodilatación.
Si no conseguimos controlar el proceso,
las mucosas se tornarán pálidas y grisáceas,
la respiración se hará superficial
evolucionando hacia la apnea, con vómitos
y diarrea hemorrágicos.
Como signos tardíos debéis tener en
cuenta que a veces, transcurridas unas
horas, se puede presentar un fracaso orgánico
e incluso entre tres y cinco días
después de la recuperación puede aparecer
oliguria, ictericia, arritmias cardíacas,
septicemia, convulsiones, CID y síndrome
de dificultad respiratoria aguda.
Si realizamos un análisis de sangre,
nos encontraremos con anemia, trombocitopenia
(disminución de plaquetas), posible
leucocitosis (aumento de glóbulos
blancos), enzimas renales elevadas (BUN
y creatina), enzimas hepáticas (GOT,
GPT) y musculares (CPK) altas, glucosa y
proteínas bajas, a lo que sumaremos las
alteraciones electrolíticas (Na, K, Cl, P y
Mg) mencionadas anteriormente.
En la orina aparecerán proteínas, sangre,
hemoglobina o mioglobina y ciliados
tubulares renales.
En cuanto a las pruebas de coagulación,
nos mostrarán un aumento del tiempo
de protrombina y del tiempo de coagulación.
TRATAMIENTO
El tratamiento requiere ser rápido e intuitivo.
Su éxito dependerá del tiempo
transcurrido desde el inicio de los síntomas
hasta «vuestra» intervención. Casi
siempre os encontraréis lejos de una clínica
veterinaria, así que los primeros cuidados
deberán partir de vosotros. Manos
a la obra: lo primordial es enfriar al perro,
sacarle del ambiente caluroso y
claustrofóbico del coche y mojarle con
agua fresca (¡no helada!); podemos abanicarlo
para favorecer la ventilación.
Aplicaremos hielo o alcohol en sus axilas,
ingles y nuca y masajearemos la parte
inferior de las extremidades para favorecer
la circulación. El enfriamiento debe
mantenerse hasta que la temperatura
corporal alcance los 39-39,5 ºC. ¡No os
empeñéis en hacer beber al perro!, empeoraría
su estado.
Lo más importante es que habréis conseguido
bajar su temperatura y es posible
que esto sea suficiente para salvarle
la vida («Funky» se salvó). No debéis olvidar
que las complicaciones pueden ser
muchas y no inmediatas. Lo indicado es
acudir a un veterinario lo antes posible.
Aquí comienza nuestro trabajo, tomando
el testigo de todo lo bien que lo hayáis
hecho.
Una vez realizamos los análisis oportunos
aplicaremos diversos tratamientos en
función de las conclusiones que hayamos
sacado.
Quizá sea necesario proporcionar un
soporte cardiovascular (cristaloides, dextranos,
dopamina, dobutamina), controlar
las convulsiones si las hubiere (diazepam,
metocarbamo, pentobarbital, atracurio,
pancuronio) y el edema cerebral
(dexametasona, manito, furosemida). Es
posible que sea necesaria la intubación
si se percibe un reflejo laríngeo leve,
aportando un cien por ciento de oxígeno
suplementario y la administración de líquidos
intravenosos para corregir la deshidratación.
Una vez hecho esto —si fuese necesario—
no está de más controlar las posibles
complicaciones que, como habéis leído,
pueden aparecer transcurridos tres-cinco
días. A través de un electrocardiograma
detectaremos posibles arritmias y una placa
de tórax nos servirá para evaluar el estado
de bronquios y pulmones.
Por las pruebas de coagulación «intentaremos
» controlar la máxima complicación,
la temida CID. Además, estaremos muy
pendientes de una posible septicemia.
Los perros que desgraciadamente van
a morir como consecuencia del golpe de
calor casi siempre lo hacen en las primeras
25 horas después de la evaluación
inicial.
Entre los que estáis leyendo, alguno
habrá que recuerde una exposición mundial
celebrada hace muchos años (1982)
en el Hipódromo de la Zarzuela de Madrid.
Creo recordar que murieron 42 perros
por golpe de calor. ■
Consejos
Como habéis leído en la verídica historia de «Funky» que sirve de introducción a este
artículo, no siempre es necesaria la acción intensa del calor sobre un perro para
desencadenar esta grave situación. Los factores predisponentes nombrados, así como
el temperamento y las características del perro deben ser tenidos muy en
consideración.
Nunca debéis parar el coche y dejar al perro dentro. Quizá peséis que abriendo un poco
las ventanillas y buscando una sombrita el problema no se va a presentar.
Hacer paradas cada dos horas no retrasará mucho la hora de llegada. Aprovecharemos
para que el perro estire las patas, beba un poco y se distraiga. Podéis aprovechar estos
momentos para refrescar su cuerpo humedeciéndolo con un pulverizador de agua. Si
lleváis al perro en la parte posterior del coche —como marca la ley—, unas cortinillas
que le aíslen del sol directo no estarán de más. Evitad siempre que podáis los atascos
y las horas punta de calor.
Si por desgracia se os presenta el problema tratado, conservad la calma. Se pasa mal,
pero no olvidéis que él lo pasa peor.
Se me olvidaba, grabad en vuestro móvil el teléfono de vuestra clínica habitual. No os
importe resultar pesados, aunque eso sí, usadlo para consultar cosas realmente
importantes. Os lo agradeceremos profundamente.
José Enrique Zaldívar laguía.
Clínica Veterinaria Colores.
Paseo de Santa María de la Cabeza 68 A.
Madrid-28045
Artículo publicado en la revista El Mundo del Perro.
un bonito y caluroso pueblo de la costa valenciana próximo a Sagunto. Nos acompañaba,
como siempre, «Funky», un Boxer de 5 años. La temperatura en el exterior del coche rondaba
los 40 ºC. Viajábamos «fresquitos» gracias al climatizador y pese a las fechas el tráfico era
fluido. «Funky» siempre se mostraba inquieto al iniciar el viaje, pero luego se tranquilizaba y
dormitaba casi todo el trayecto. Quedaba poco para llegar, unos 30 kilómetros, cuando algo
empezó a ir mal. Nuestro perro se puso en pie y comenzó a jadear. Una espesa baba colgaba
de sus belfos, su lengua aumentaba de tamaño por momentos, o eso parecía, y tomaba un
leve pero preocupante tono azulado
Pasé al asiento posterior. «Funky»
me miraba, yo le hablaba con la
intención de tranquilizarle, pero él
no me veía, no atendía, no escuchaba.
Estaba ardiendo, con sus mucosas congestionadas
y sus ritmos cardíaco y respiratorio
acelerados. Al poco rato se desplomó.
Parar en mitad de la nada no tenía
sentido, pero afortunadamente una
señalización indicaba que a tres kilómetros
entraríamos en una población. Necesitábamos
agua con urgencia y a ser
posible fresca. Paramos en el pueblo
—olvidé su nombre—. Eran las tres de la
tarde. ¿Se lo imaginan? Corrí a un bar e
hice acopio de botellas de agua. Mientras,
mi mujer había sacado al perro del
coche y buscado una sombra en una
acera que ardía. Durante 40 minutos enfriamos
su cuerpo con agua, usamos alcohol
del botiquín del coche para enfriar
sus axilas e ingles y le abanicamos con
un periódico al mismo tiempo que masajeábamos
sus extremidades para activar
la circulación. Pasado ese tiempo, que se
nos hizo eterno, su respiración todavía
acelerada, se fue ralentizando, como su
ritmo cardíaco. Sus ojos, antes perdidos,
comenzaban a vernos. «Funky» intentaba
incorporarse. Sus constantes vitales
empezaban a normalizarse y pensé:
«Saldrá adelante».
Nuestro Boxer había sufrido un golpe
de calor, aunque en ningún momento estuvo
expuesto a una temperatura superior
a la del interior del coche, 22 ºC marcaba
el climatizador. ¿Por qué? Ninguna
de las patologías que luego nombraré y
que predisponen a sufrir este proceso estaban
presentes en nuestro perro y tan
sólo dos factores podrían haber desencadenado
el golpe de calor. El primero, su
braquicefalia, característica racial, y el
segundo, la angustia, estrés o ansiedad
que en un momento determinado le pudo
provocar el viaje.
¿QUÉ PUEDE PRODUCIR EL GOLPE
DE CALOR?
El golpe de calor se produce en perros
expuestos a una temperatura ambiental
alta y que se mantienen en estrés (confinamiento
en un espacio cerrado). Es una
urgencia médica definida como una elevación
de la temperatura corporal que
supera la capacidad de los mecanismos
compensatorios del animal para disipar
el calor.
En la supertermia pirogénica o fiebre
están presentes los mecanismos termorreguladores
plenamente funcionales. Los
pirógenos (causantes de la fiebre: virus,
bacterias, tóxicos...) actúan sobre el hipotálamo
elevando el punto de ajuste térmico
hasta un nivel más alto. En la hipertermia
no pirogénica (golpe de calor,
convulsiones, ejercicio excesivo), los mecanismos
normales disipadores del calor
no pueden compensar la producción excesiva
de éste y la temperatura se eleva
por encima del punto de ajuste hipotalámico.
La temperatura crítica para la insuficiencia
orgánica es de 42,3 ºC.
Existen numerosos factores de riesgo o
predisponentes al golpe de calor: edad
extrema, escasa aclimatación al calor, hipertiroidismo,
diabetes mellitus, síndrome
de Addison, epilepsia, mala condición
corporal, administración de medicamentos
que afecten a la capacidad de disipar
calor (depresores respiratorios), enfermedades
cardiovasculares, neurológicas o
respiratorias (colapso traqueal, asma...),
braquicefalia (debido a la obstrucción
respiratoria superior asociada a una
conformación anatómica anómala), obesidad
y pelaje espeso.
¿POR QUÉ ES TAN GRAVE?
El golpe de calor se traduce en una disfunción
multiorgánica que constituye una
potencial amenaza para la vida, ya que se
presentará una falta de oxígeno en los tejidos
corporales, el sistema cardiovascular
necesitará más cantidad de este elemento
y como consecuencia la llegada de sangre
a los órganos vitales se verá reducida, habrá
muerte celular en el miocardio, hipertensión
pulmonar y colapso hipovolémico.
Además, el aumento de temperatura corporal
puede provocar edema cerebral con
muerte y hemorragia en células nerviosas.
En el aparato digestivo y como consecuencia
de la rotura de la barrera mucosa se
producirá el paso de bacterias y endotoxinas
a la circulación sanguínea que puede
dar lugar a septicemia. La hemorragia digestiva
y la necrosis de células renales serán
complicaciones frecuentes.
Cuando el golpe de calor es grave se
presentará un síndrome de dificultad respiratoria
aguda, asociado a coagulación
intravascular diseminada (CID: enfermedad
multisistémica con hemorragias en
todos los tejidos y disfunción orgánica relacionada
con la obstrucción de los capilares;
es común en los estadios terminales
de varias patologías fatales). Aparecerán
petequias y otros sangrados anormales.
La lesión térmica directa sobre el interior
de los vasos provocará un aumento de la
permeabilidad capilar, destrucción de
plaquetas y, debido a las lesiones hepáticas,
alteración de sustancias que favorecen
la coagulación.
El perro se deshidratará, al principio
descenderá su nivel de potasio (K) debido
a los vómitos, para luego aumentar
por destrucción de los tejidos y el desarrollo
de insuficiencia renal. Además, la
falta de agua circulante provocará un
aumento de sodio (Na) y cloro (Cl) y un
descenso de fósforo (P) y magnesio (Mg)
por causas desconocidas.
SÍNTOMAS
Lo que veréis en un principio será un
aumento del ritmo respiratorio (taquipnea),
hiperventilación, dificultad respiratoria,
aumento del ritmo cardíaco (taquicardia),
membranas mucosas secas e hiperémicas,
hipersalivación y actividad
mental alterada que pasará por diversos
estadios como estupor, ataxia, depresión,
convulsiones y coma. Además, el perro
sufrirá hipotensión, debilidad, síncope,
vómitos y diarrea, puntos hemorrágicos
en la piel y manchas cutáneas por vasodilatación.
Si no conseguimos controlar el proceso,
las mucosas se tornarán pálidas y grisáceas,
la respiración se hará superficial
evolucionando hacia la apnea, con vómitos
y diarrea hemorrágicos.
Como signos tardíos debéis tener en
cuenta que a veces, transcurridas unas
horas, se puede presentar un fracaso orgánico
e incluso entre tres y cinco días
después de la recuperación puede aparecer
oliguria, ictericia, arritmias cardíacas,
septicemia, convulsiones, CID y síndrome
de dificultad respiratoria aguda.
Si realizamos un análisis de sangre,
nos encontraremos con anemia, trombocitopenia
(disminución de plaquetas), posible
leucocitosis (aumento de glóbulos
blancos), enzimas renales elevadas (BUN
y creatina), enzimas hepáticas (GOT,
GPT) y musculares (CPK) altas, glucosa y
proteínas bajas, a lo que sumaremos las
alteraciones electrolíticas (Na, K, Cl, P y
Mg) mencionadas anteriormente.
En la orina aparecerán proteínas, sangre,
hemoglobina o mioglobina y ciliados
tubulares renales.
En cuanto a las pruebas de coagulación,
nos mostrarán un aumento del tiempo
de protrombina y del tiempo de coagulación.
TRATAMIENTO
El tratamiento requiere ser rápido e intuitivo.
Su éxito dependerá del tiempo
transcurrido desde el inicio de los síntomas
hasta «vuestra» intervención. Casi
siempre os encontraréis lejos de una clínica
veterinaria, así que los primeros cuidados
deberán partir de vosotros. Manos
a la obra: lo primordial es enfriar al perro,
sacarle del ambiente caluroso y
claustrofóbico del coche y mojarle con
agua fresca (¡no helada!); podemos abanicarlo
para favorecer la ventilación.
Aplicaremos hielo o alcohol en sus axilas,
ingles y nuca y masajearemos la parte
inferior de las extremidades para favorecer
la circulación. El enfriamiento debe
mantenerse hasta que la temperatura
corporal alcance los 39-39,5 ºC. ¡No os
empeñéis en hacer beber al perro!, empeoraría
su estado.
Lo más importante es que habréis conseguido
bajar su temperatura y es posible
que esto sea suficiente para salvarle
la vida («Funky» se salvó). No debéis olvidar
que las complicaciones pueden ser
muchas y no inmediatas. Lo indicado es
acudir a un veterinario lo antes posible.
Aquí comienza nuestro trabajo, tomando
el testigo de todo lo bien que lo hayáis
hecho.
Una vez realizamos los análisis oportunos
aplicaremos diversos tratamientos en
función de las conclusiones que hayamos
sacado.
Quizá sea necesario proporcionar un
soporte cardiovascular (cristaloides, dextranos,
dopamina, dobutamina), controlar
las convulsiones si las hubiere (diazepam,
metocarbamo, pentobarbital, atracurio,
pancuronio) y el edema cerebral
(dexametasona, manito, furosemida). Es
posible que sea necesaria la intubación
si se percibe un reflejo laríngeo leve,
aportando un cien por ciento de oxígeno
suplementario y la administración de líquidos
intravenosos para corregir la deshidratación.
Una vez hecho esto —si fuese necesario—
no está de más controlar las posibles
complicaciones que, como habéis leído,
pueden aparecer transcurridos tres-cinco
días. A través de un electrocardiograma
detectaremos posibles arritmias y una placa
de tórax nos servirá para evaluar el estado
de bronquios y pulmones.
Por las pruebas de coagulación «intentaremos
» controlar la máxima complicación,
la temida CID. Además, estaremos muy
pendientes de una posible septicemia.
Los perros que desgraciadamente van
a morir como consecuencia del golpe de
calor casi siempre lo hacen en las primeras
25 horas después de la evaluación
inicial.
Entre los que estáis leyendo, alguno
habrá que recuerde una exposición mundial
celebrada hace muchos años (1982)
en el Hipódromo de la Zarzuela de Madrid.
Creo recordar que murieron 42 perros
por golpe de calor. ■
Consejos
Como habéis leído en la verídica historia de «Funky» que sirve de introducción a este
artículo, no siempre es necesaria la acción intensa del calor sobre un perro para
desencadenar esta grave situación. Los factores predisponentes nombrados, así como
el temperamento y las características del perro deben ser tenidos muy en
consideración.
Nunca debéis parar el coche y dejar al perro dentro. Quizá peséis que abriendo un poco
las ventanillas y buscando una sombrita el problema no se va a presentar.
Hacer paradas cada dos horas no retrasará mucho la hora de llegada. Aprovecharemos
para que el perro estire las patas, beba un poco y se distraiga. Podéis aprovechar estos
momentos para refrescar su cuerpo humedeciéndolo con un pulverizador de agua. Si
lleváis al perro en la parte posterior del coche —como marca la ley—, unas cortinillas
que le aíslen del sol directo no estarán de más. Evitad siempre que podáis los atascos
y las horas punta de calor.
Si por desgracia se os presenta el problema tratado, conservad la calma. Se pasa mal,
pero no olvidéis que él lo pasa peor.
Se me olvidaba, grabad en vuestro móvil el teléfono de vuestra clínica habitual. No os
importe resultar pesados, aunque eso sí, usadlo para consultar cosas realmente
importantes. Os lo agradeceremos profundamente.
José Enrique Zaldívar laguía.
Clínica Veterinaria Colores.
Paseo de Santa María de la Cabeza 68 A.
Madrid-28045
Artículo publicado en la revista El Mundo del Perro.
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