ONCOLOGÍA CANINA I
ONCOLOGÍA CANINA (I)
Antes de iniciar la exposición del artículo que vais a tener la oportunidad de leer en este número de El Mundo del Perro, debo manifestar que mi interés sobre el tratamiento del cáncer en el perro, exceptuando las técnicas quirúrgicas, ha sido hasta hace muy poco, nulo. Recientemente ha llegado a mis manos un excelente libro sobre ésta especialidad de la clínica veterinaria de pequeños animales, y dado que cada día son más los compañeros que dedican su tiempo a esta disciplina, he creído conveniente la publicación de un par de artículos al respecto. En el primero escribiré sobre las generalidades que rodean a la oncología, y en el siguiente me centraré en las posibilidades de tratamiento de la que son susceptibles algunos de los tumores más frecuentes en la especie canina.
La pregunta es sencilla: ¿Por qué deben los veterinarios estar interesados en el cáncer en pequeños animales, y más concretamente en el perro? Pues la respuesta también es sencilla: cada día son más los casos de cáncer que vemos en nuestras clínicas. Podemos buscar muchas razones, pero evidentemente, la más convincente es que cada día los perros viven más años. Desde que el cáncer es, con frecuencia, una enfermedad de animales mayores, el precio que pagan por vivir más tiempo incrementa las posibilidades de desarrollarlo.
El cáncer es la causa de principal de muerte en pequeños animales. El 45% de los perros que sobrevivieron hasta los 10 años o más murieron de cáncer. Podemos decir que de 74 millones de perros en EEUU, al menos 4 millones pueden desarrollar cáncer cada año. El gran desarrollo que ha mostrado la medicina humana en este tipo de desafíos, ha conducido a que los veterinarios tengan hoy la capacidad de tener alternativas terapéuticas para intentar paliar los devastadores efectos de este tipo de enfermedad en los perros. Teniendo en cuenta esta premisa, podemos decir que los veterinarios debemos enfocar a la mascota con cáncer de manera positiva, compasiva y con conocimiento. Les debemos a nuestros animales de compañía y a vosotros, sus propietarios, el estar bien informados y a la última en los tratamientos para prevenir que se extiendan sentimientos de desesperanza innecesarios.
Un dato sumamente importante en el desarrollo de las investigaciones para tratar el cáncer en perros, es el hecho de que estos, comparten el mismo ambiente que sus propietarios y pueden servir de centinelas epidemiológicos y etiológicos que causan la evolución de los modelos de desarrollo del cáncer en seres humanos.
La mayoría de los tumores en animales progresarán a un ritmo más rápido que en sus homólogos humanos. Esto permitirá una determinación más rápida de los estadios finales, como el tiempo de metástasis, la recurrencia local y la supervivencia. Lamentablemente, y ésta es una de las razones que me han mantenido durante mucho tiempo alejado de esta parte de la medicina veterinaria, los ensayos clínicos en perros, pueden ser objeto de abusos y permitir tratamientos diversos y poco éticos. La afirmación de que: "tenemos la obligación de no negar a nuestros pacientes un tratamiento eficaz conocido" es la que me ha llevado a proponer este artículo, pero: ¿podemos planificar unas pruebas clínicas prospectivas bien diseñadas de nuevos métodos de tratamiento? Creo qué, cuando tenemos a la posibilidad de alargar la vida de vuestro perro durante un periodo razonable de tiempo, sin que el tratamiento establecido suponga alargar el sufrimiento de vuestra mascota, la respuesta será sí. No lo será cuando lo único que persigamos sea aumentar la factura a sabiendas de que no vamos a conseguir ninguna mejoría. Por desgracia, casos como el mencionado, se dan con demasiada frecuencia en mi profesión, en éste y en otros aspectos de la misma.
Actualmente se da un hecho de suma importancia en la investigación del cáncer: los nuevos métodos de tratamiento son cada día más difíciles de realizar en animales de laboratorio sanos debido a los grupos de defensa de los animales. Esto hace que los animales con con tumores de aparición espontánea sean herramientas de investigación más atractivas y moralmente más aceptables en el futuro, pero no debe implicar una "investigación" mal concebida y ejecutada en cualquier animal. No todo puede ser permitido, y se deben establecer determinadas barreras morales y éticas que los códigos deontológicos de la profesión veterinaria se ha demostrado hace tiempo que son incapaces de hacer cumplir.
Los veterinarios somos conscientes de que no todos los propietarios de perros accederán a que su animal reciba tratamientos pre o post quirúrgicos contra el cáncer, pero también sabemos que existe un grupo de ellos que si estará dispuesto. El trabajo con estos propietarios puede ser un aspecto muy satisfactorio dentro de una especialidad, en ocasiones, muy frustante. Podemos decir que los retos y logros en oncología han sido en ocasiones impresionantes, y que la investigación en este campo ofrece oportunidades ilimitadas para la búsqueda de conocimientos en beneficio de los animales y de la humanidad.
En palabras de Mooney S: "el cáncer, a diferencia de la política y la religión, no es un tema de controversia. Cáncer no es otra palabra para decir muerte. Tampoco es una enfermedad única que tiene cura. En cambio, tiene diferentes formas, y cada una de estas formas responde de forma diferente a los tratamientos".
La evidencia de que el cáncer tiene un origen genético es ahora irrefutable. Las investigaciones que se iniciaron en los años 50 allanaron el camino para la identificación de una gran cantidad de genes relacionados con el cáncer. Desde entonces, han sido identificados varios cientos de genes que pueden actuar como oncogenes o genes supresores de tumores.
La genética del cáncer se basa en lo que se denomina IPP, es decir, "Iniciación, Promoción, Progresión", que no es más que, un punto de partida útil para definir las bases genéticas del cáncer. Podemos decir que el cáncer es una enfermedad compleja y multigénica, y este modelo es uno de los primeros en reconocer una progresión secuencial de mutaciones que pueden contar para el cáncer. En el modelo IPP, una mutación genética dota a una célula con un ilimitado potencial de replicarse, o con otras ventajas a nivel de supervivencia o crecimiento con respecto a otras células de su medio ambiente (iniciación). Por si sola, esta mutación no es suficiente para dar lugar al desarrollo del tumor, ya que la célula sigue estando limitada a factores ambientales. Una segunda mutación (o una serie de mutaciones) aumenta más la capacidad de la célula para competir con las vecinas en este entorno, llevando este potencial de expansión a una masa tumoral reconocible (promoción). Por último, una tercera serie de mutaciones refuerza el potencial de las células malignas (invasión, destrucción del tejido y metástasis) que conducen a la enfermedad clínica (progresión). Podemos decir por tanto que, las mejoras en la prevención y el tratamiento, necesitarán de una clara y profunda comprensión de las bases genéticas del cáncer para idear estrategias que inhiban o hagan retroceder los actos relacionados con la promoción y la progresión.
Se calcula que al menos cinco eventos mutacionales se necesitan para una transformación maligna manifiesta, y que parece ser necesaria una inestabilidad del genoma para provocar una autorenovación de la población celular cuya descendencia crecerá para causar una enfermedad clínica. Por último, una subpoblación que está dotada con propiedades metastásicas y es resistente a las drogas, conduce a la muerte del paciente con cáncer. Los conocimientos actuales nos permiten predecir el comportamiento, el pronóstico y la respuesta al tratamiento de algunos tipos de cáncer en los perros, y creemos que la disponibilidad y utilidad de estas herramientas en la práctica clínica se ampliará rápidamente. Por lo tanto, cuando seamos capaces de mejorar nuestra compresión sobre los mecanismos fundamentales que dan cuenta de la transformación maligna y la progresión tumoral, seremos capaces de diseñar estrategias mejores para la prevención y terapia del cáncer.
El último informe sobre agentes carcinógenos elaborado en EEUU en el año 2005 hace referencia a 246 carcinógenos potenciales, de los cuales 58 se clasifican como "se conoce que son carcinogénicos en humanos" y 188 se clasifican como "previstos razonablemente como carcinogénicos en humanos". Mientras que no exista un informe sobre animales de compañía, es razonable asumir que exista un solapamiento considerable con las listas mencionadas para la especie humana.
-Factores químicos:
A pesar de la amplia evidencia de que la inspiración pasiva de humo aumenta el riesgo de cáncer de pulmón en las personas, los datos de este efecto en los perros son menos convincentes. Estudios controlados con casos de cáncer pulmonar canino mostraron una débil relación entre la vida con un fumador y el desarrollo del cáncer de pulmón, y el riesgo no aumentó con un mayor índice de exposición al humo.
-Pesticidas, herbicidas e insecticidas:
En 1991 estudios clínicos realizados en perros demostraron cierta relación entre la aparición de determinados tipos de tumores y el uso de sustancias químicas en casa y la exposición potencial, incluidos los productos para el cuidado del césped. Investigaciones posteriores realizadas con mucho más rigor, demostraron que, pese a haberse detectado la eliminación urinaria de algunos herbicidas en la orina de los perros analizados, no se consiguió demostrar la relación entre la exposición a ellos y el desarrollo de determinados tipos de cáncer. Posteriormente, un nuevo estudio realizado en Italia, parece volver a demostrar que sí existe esta asociación.
Nuevos estudios han pretendido relacionar la mayor incidencia de determinados tipos de cáncer con el uso de insecticidas tópicos en perros, es decir los que se usan para la prevención y el tratamiento de pulgas y garrapatas. De momento no se puede decir que exista este tipo de asociación, pero son muchos los estudios estadísticos que se están recopilando en este momento.
-Ambiente rural frente a urbano:
Aunque varios informes han evaluado las diferencias de incidencia de cáncer entre el ambiente rural y el urbano en animales de compañía, la causa subyacente para estas diferencias no está clara todavía. Aún así, existen tumores que se desarrollan con mucha más frecuencia en perros que viven en un ambiente urbano/industrial que en perros que viven en el campo. Sin embargo, la coexistencia de múltiples carcinógenos medioambientales en el mismo lugar hacen complicado asignar responsabilidades específicas a la contaminación de humo. Un informe del Consejo Nacional de Investigación sugiere que es más frecuente la aparición de cáncer en perros que viven en zonas de densidad de tráfico elevado.
-Luz solar:
Existe una relación demostrada entre la exposición excesiva al sol y la aparición de tumores cutáneos en perros. La porción de espectro ultravioleta que tiene más probabilidades de ser responsable de las lesiones cutáneas no melanóticas en las personas y en los animales es el ultravioleta B (UV-B). La exposición a este espectro durante mucho tiempo induce tumores a través de mutaciones genéticas. Existe un mayor riesgo de exposición al UV-B en las horas del mediodía y los perros de pigmentación clara deberían de ser protegidos de esta exposición.
- Trauma e inflamación crónica:
Se sabe que determinadas inflamaciones crónicas pueden provocar el desarrollo de tumores oculares en el perro, como son la queratitis pigmentaria crónica, trauma ocular, uveitis secundaria y rotura de cristalino.
-Factores hormonales:
-Estrogenos y progesterona
-Tumor mamario canino: el tumor mamario es la neoplasia más frecuente en perras enteras, afectando aproxidamente a 260 de cada 100000 en EEUU cada año. Esta claramente demostrado que las perras que son esterilazadas antes de su primer ciclo o como muy tarde después del primero tienen una gran reducción en las posibilidades de desarrollar cáncer de mama. El riesgo de desarrollar tumores mamarios- aproximadamente el 50% de ellos son malignos -, crece desde cerca del 0% en perras esterilizadas antes de su primer celo hasta el 26% para perras que fueron esterilazadas después del segundo celo.
Las responsables de la aparición de estos tumores serían las hormonas sexuales esteroideas. Además de las hormonas ováricas, son responsables de la aparición de tumores mamarios los productos que contienen acetato de medroxiprogesterona que se usan para prevenir el estro o para tratar la pseudogestación en perras.
En contraposición, existe un tipo de cáncer, el linfoma, que parece ser que se da con más frecuencia en perras castradas que en perras enteras, lo que supondría que los estrógenos actuarían en contra de su desarrollo. En la actualidad se están llevando a cabo nuevos estudios estadísticos para ver si esta relación puede o no ser tenida en cuenta.
-Andrógenos/Testosterona
-Adenoma perianal: los adenomas perianales se consideran andrógeno dependientes, apareciendo en perros machos enteros, en contraposición a los adenocarcinomas perianales, que aparecen en machos tanto castrados como enteros. Pueden aparecer también en hembras de forma secundaria debido a la secreción de testosterona por la glándula adrenal. La resolución parcial o completa de la mayoría de los tumores en machos después de la castración apoya la afirmación de que los andrógenos están involucrados en la etiología este tumor.
-Cáncer de próstata: en contraposición a la relación bien establecida entre la testosterona y el desarrollo de hiperplasia prostática benigna en perros, en el perro entero no hay un incremento de la aparición de adenocarcinoma prostático si se compara con perros castrados. De hecho, algunos estudios han demostrado un mayor riesgo de cáncer de próstata en perros castrados, con la suposición de que la castración no es un factor de iniciación pero si puede favorecer la progresión tumoral. Aún no se ha determinado una relación clara entre la edad de la castración y el desarrollo de un adenocarcinoma de próstata hormonodependiente.
-Virus que causan tumores en el perro
Los papilomavirus son oncogénicos, contagiosos e infecciosos y han sido descritos en muchas especies animales, siendo específicos de cada una de ellas, aunque pueden producirse infecciones cruzadas en especies similares. De momento se han identificado cuatro papilomavirus en la especie canina, que producen papilomas benignos, mucocutáneos y cutáneos, y en casos raros se transforman en carcinomas de células escamosas. Los papilomas caninos persisten generalmente de 4 a 6 meses en la boca y de 6 meses a 1 año en la piel, antes de tener una regresión espontánea.
Los papilomas pueden denominarse como verrugas, verruga vulgar, papiloma de células escamosas o papilomatosis cutánea. Cuando aparecen suelen hacerlo de forma múltiple y son mucho más frecuentes en animales jóvenes. La localización más habitual es en la cavidad oral, afectando a los bordes labiales, lengua, mucosa faríngea, paladar duro y epiglotis. De 4 a 8 semanas después de la infección, aparece una lesión elevada, pequeña, pálida y suave, que rápidamente se desarrolla con una apariencia de coliflor. En muchas ocasiones su número suele ser muy elevado pudiendo llegar a identificarse entre 50 y 100 tumores. También pueden localizarse en el ojo afectando a la conjuntiva, córnea y márgenes de los párpados. La papilomatosis cutánea se presenta en perros de más edad, y la regresión es más prolongada, durante años en algunas ocasiones.
Una forma rara de papilomatosis cutánea es la que se presenta en los espacios interdigitales de pugs, schnauzers miniatura y greyhounds entre los 12 a 18 meses de edad. Las lesiones tienden a no desaparecer y son consideradas premalignas.
En un próximo artículo me referiré a los tumores más frecuentes en la especie canina, y sus posibles tratamientos, así como los resultados obtenidos tras su aplicación.
José Enrique Zaldívar Laguía.
Antes de iniciar la exposición del artículo que vais a tener la oportunidad de leer en este número de El Mundo del Perro, debo manifestar que mi interés sobre el tratamiento del cáncer en el perro, exceptuando las técnicas quirúrgicas, ha sido hasta hace muy poco, nulo. Recientemente ha llegado a mis manos un excelente libro sobre ésta especialidad de la clínica veterinaria de pequeños animales, y dado que cada día son más los compañeros que dedican su tiempo a esta disciplina, he creído conveniente la publicación de un par de artículos al respecto. En el primero escribiré sobre las generalidades que rodean a la oncología, y en el siguiente me centraré en las posibilidades de tratamiento de la que son susceptibles algunos de los tumores más frecuentes en la especie canina.
La pregunta es sencilla: ¿Por qué deben los veterinarios estar interesados en el cáncer en pequeños animales, y más concretamente en el perro? Pues la respuesta también es sencilla: cada día son más los casos de cáncer que vemos en nuestras clínicas. Podemos buscar muchas razones, pero evidentemente, la más convincente es que cada día los perros viven más años. Desde que el cáncer es, con frecuencia, una enfermedad de animales mayores, el precio que pagan por vivir más tiempo incrementa las posibilidades de desarrollarlo.
El cáncer es la causa de principal de muerte en pequeños animales. El 45% de los perros que sobrevivieron hasta los 10 años o más murieron de cáncer. Podemos decir que de 74 millones de perros en EEUU, al menos 4 millones pueden desarrollar cáncer cada año. El gran desarrollo que ha mostrado la medicina humana en este tipo de desafíos, ha conducido a que los veterinarios tengan hoy la capacidad de tener alternativas terapéuticas para intentar paliar los devastadores efectos de este tipo de enfermedad en los perros. Teniendo en cuenta esta premisa, podemos decir que los veterinarios debemos enfocar a la mascota con cáncer de manera positiva, compasiva y con conocimiento. Les debemos a nuestros animales de compañía y a vosotros, sus propietarios, el estar bien informados y a la última en los tratamientos para prevenir que se extiendan sentimientos de desesperanza innecesarios.
Un dato sumamente importante en el desarrollo de las investigaciones para tratar el cáncer en perros, es el hecho de que estos, comparten el mismo ambiente que sus propietarios y pueden servir de centinelas epidemiológicos y etiológicos que causan la evolución de los modelos de desarrollo del cáncer en seres humanos.
La mayoría de los tumores en animales progresarán a un ritmo más rápido que en sus homólogos humanos. Esto permitirá una determinación más rápida de los estadios finales, como el tiempo de metástasis, la recurrencia local y la supervivencia. Lamentablemente, y ésta es una de las razones que me han mantenido durante mucho tiempo alejado de esta parte de la medicina veterinaria, los ensayos clínicos en perros, pueden ser objeto de abusos y permitir tratamientos diversos y poco éticos. La afirmación de que: "tenemos la obligación de no negar a nuestros pacientes un tratamiento eficaz conocido" es la que me ha llevado a proponer este artículo, pero: ¿podemos planificar unas pruebas clínicas prospectivas bien diseñadas de nuevos métodos de tratamiento? Creo qué, cuando tenemos a la posibilidad de alargar la vida de vuestro perro durante un periodo razonable de tiempo, sin que el tratamiento establecido suponga alargar el sufrimiento de vuestra mascota, la respuesta será sí. No lo será cuando lo único que persigamos sea aumentar la factura a sabiendas de que no vamos a conseguir ninguna mejoría. Por desgracia, casos como el mencionado, se dan con demasiada frecuencia en mi profesión, en éste y en otros aspectos de la misma.
Actualmente se da un hecho de suma importancia en la investigación del cáncer: los nuevos métodos de tratamiento son cada día más difíciles de realizar en animales de laboratorio sanos debido a los grupos de defensa de los animales. Esto hace que los animales con con tumores de aparición espontánea sean herramientas de investigación más atractivas y moralmente más aceptables en el futuro, pero no debe implicar una "investigación" mal concebida y ejecutada en cualquier animal. No todo puede ser permitido, y se deben establecer determinadas barreras morales y éticas que los códigos deontológicos de la profesión veterinaria se ha demostrado hace tiempo que son incapaces de hacer cumplir.
Los veterinarios somos conscientes de que no todos los propietarios de perros accederán a que su animal reciba tratamientos pre o post quirúrgicos contra el cáncer, pero también sabemos que existe un grupo de ellos que si estará dispuesto. El trabajo con estos propietarios puede ser un aspecto muy satisfactorio dentro de una especialidad, en ocasiones, muy frustante. Podemos decir que los retos y logros en oncología han sido en ocasiones impresionantes, y que la investigación en este campo ofrece oportunidades ilimitadas para la búsqueda de conocimientos en beneficio de los animales y de la humanidad.
En palabras de Mooney S: "el cáncer, a diferencia de la política y la religión, no es un tema de controversia. Cáncer no es otra palabra para decir muerte. Tampoco es una enfermedad única que tiene cura. En cambio, tiene diferentes formas, y cada una de estas formas responde de forma diferente a los tratamientos".
La evidencia de que el cáncer tiene un origen genético es ahora irrefutable. Las investigaciones que se iniciaron en los años 50 allanaron el camino para la identificación de una gran cantidad de genes relacionados con el cáncer. Desde entonces, han sido identificados varios cientos de genes que pueden actuar como oncogenes o genes supresores de tumores.
La genética del cáncer se basa en lo que se denomina IPP, es decir, "Iniciación, Promoción, Progresión", que no es más que, un punto de partida útil para definir las bases genéticas del cáncer. Podemos decir que el cáncer es una enfermedad compleja y multigénica, y este modelo es uno de los primeros en reconocer una progresión secuencial de mutaciones que pueden contar para el cáncer. En el modelo IPP, una mutación genética dota a una célula con un ilimitado potencial de replicarse, o con otras ventajas a nivel de supervivencia o crecimiento con respecto a otras células de su medio ambiente (iniciación). Por si sola, esta mutación no es suficiente para dar lugar al desarrollo del tumor, ya que la célula sigue estando limitada a factores ambientales. Una segunda mutación (o una serie de mutaciones) aumenta más la capacidad de la célula para competir con las vecinas en este entorno, llevando este potencial de expansión a una masa tumoral reconocible (promoción). Por último, una tercera serie de mutaciones refuerza el potencial de las células malignas (invasión, destrucción del tejido y metástasis) que conducen a la enfermedad clínica (progresión). Podemos decir por tanto que, las mejoras en la prevención y el tratamiento, necesitarán de una clara y profunda comprensión de las bases genéticas del cáncer para idear estrategias que inhiban o hagan retroceder los actos relacionados con la promoción y la progresión.
Se calcula que al menos cinco eventos mutacionales se necesitan para una transformación maligna manifiesta, y que parece ser necesaria una inestabilidad del genoma para provocar una autorenovación de la población celular cuya descendencia crecerá para causar una enfermedad clínica. Por último, una subpoblación que está dotada con propiedades metastásicas y es resistente a las drogas, conduce a la muerte del paciente con cáncer. Los conocimientos actuales nos permiten predecir el comportamiento, el pronóstico y la respuesta al tratamiento de algunos tipos de cáncer en los perros, y creemos que la disponibilidad y utilidad de estas herramientas en la práctica clínica se ampliará rápidamente. Por lo tanto, cuando seamos capaces de mejorar nuestra compresión sobre los mecanismos fundamentales que dan cuenta de la transformación maligna y la progresión tumoral, seremos capaces de diseñar estrategias mejores para la prevención y terapia del cáncer.
El último informe sobre agentes carcinógenos elaborado en EEUU en el año 2005 hace referencia a 246 carcinógenos potenciales, de los cuales 58 se clasifican como "se conoce que son carcinogénicos en humanos" y 188 se clasifican como "previstos razonablemente como carcinogénicos en humanos". Mientras que no exista un informe sobre animales de compañía, es razonable asumir que exista un solapamiento considerable con las listas mencionadas para la especie humana.
-Factores químicos:
A pesar de la amplia evidencia de que la inspiración pasiva de humo aumenta el riesgo de cáncer de pulmón en las personas, los datos de este efecto en los perros son menos convincentes. Estudios controlados con casos de cáncer pulmonar canino mostraron una débil relación entre la vida con un fumador y el desarrollo del cáncer de pulmón, y el riesgo no aumentó con un mayor índice de exposición al humo.
-Pesticidas, herbicidas e insecticidas:
En 1991 estudios clínicos realizados en perros demostraron cierta relación entre la aparición de determinados tipos de tumores y el uso de sustancias químicas en casa y la exposición potencial, incluidos los productos para el cuidado del césped. Investigaciones posteriores realizadas con mucho más rigor, demostraron que, pese a haberse detectado la eliminación urinaria de algunos herbicidas en la orina de los perros analizados, no se consiguió demostrar la relación entre la exposición a ellos y el desarrollo de determinados tipos de cáncer. Posteriormente, un nuevo estudio realizado en Italia, parece volver a demostrar que sí existe esta asociación.
Nuevos estudios han pretendido relacionar la mayor incidencia de determinados tipos de cáncer con el uso de insecticidas tópicos en perros, es decir los que se usan para la prevención y el tratamiento de pulgas y garrapatas. De momento no se puede decir que exista este tipo de asociación, pero son muchos los estudios estadísticos que se están recopilando en este momento.
-Ambiente rural frente a urbano:
Aunque varios informes han evaluado las diferencias de incidencia de cáncer entre el ambiente rural y el urbano en animales de compañía, la causa subyacente para estas diferencias no está clara todavía. Aún así, existen tumores que se desarrollan con mucha más frecuencia en perros que viven en un ambiente urbano/industrial que en perros que viven en el campo. Sin embargo, la coexistencia de múltiples carcinógenos medioambientales en el mismo lugar hacen complicado asignar responsabilidades específicas a la contaminación de humo. Un informe del Consejo Nacional de Investigación sugiere que es más frecuente la aparición de cáncer en perros que viven en zonas de densidad de tráfico elevado.
-Luz solar:
Existe una relación demostrada entre la exposición excesiva al sol y la aparición de tumores cutáneos en perros. La porción de espectro ultravioleta que tiene más probabilidades de ser responsable de las lesiones cutáneas no melanóticas en las personas y en los animales es el ultravioleta B (UV-B). La exposición a este espectro durante mucho tiempo induce tumores a través de mutaciones genéticas. Existe un mayor riesgo de exposición al UV-B en las horas del mediodía y los perros de pigmentación clara deberían de ser protegidos de esta exposición.
- Trauma e inflamación crónica:
Se sabe que determinadas inflamaciones crónicas pueden provocar el desarrollo de tumores oculares en el perro, como son la queratitis pigmentaria crónica, trauma ocular, uveitis secundaria y rotura de cristalino.
-Factores hormonales:
-Estrogenos y progesterona
-Tumor mamario canino: el tumor mamario es la neoplasia más frecuente en perras enteras, afectando aproxidamente a 260 de cada 100000 en EEUU cada año. Esta claramente demostrado que las perras que son esterilazadas antes de su primer ciclo o como muy tarde después del primero tienen una gran reducción en las posibilidades de desarrollar cáncer de mama. El riesgo de desarrollar tumores mamarios- aproximadamente el 50% de ellos son malignos -, crece desde cerca del 0% en perras esterilizadas antes de su primer celo hasta el 26% para perras que fueron esterilazadas después del segundo celo.
Las responsables de la aparición de estos tumores serían las hormonas sexuales esteroideas. Además de las hormonas ováricas, son responsables de la aparición de tumores mamarios los productos que contienen acetato de medroxiprogesterona que se usan para prevenir el estro o para tratar la pseudogestación en perras.
En contraposición, existe un tipo de cáncer, el linfoma, que parece ser que se da con más frecuencia en perras castradas que en perras enteras, lo que supondría que los estrógenos actuarían en contra de su desarrollo. En la actualidad se están llevando a cabo nuevos estudios estadísticos para ver si esta relación puede o no ser tenida en cuenta.
-Andrógenos/Testosterona
-Adenoma perianal: los adenomas perianales se consideran andrógeno dependientes, apareciendo en perros machos enteros, en contraposición a los adenocarcinomas perianales, que aparecen en machos tanto castrados como enteros. Pueden aparecer también en hembras de forma secundaria debido a la secreción de testosterona por la glándula adrenal. La resolución parcial o completa de la mayoría de los tumores en machos después de la castración apoya la afirmación de que los andrógenos están involucrados en la etiología este tumor.
-Cáncer de próstata: en contraposición a la relación bien establecida entre la testosterona y el desarrollo de hiperplasia prostática benigna en perros, en el perro entero no hay un incremento de la aparición de adenocarcinoma prostático si se compara con perros castrados. De hecho, algunos estudios han demostrado un mayor riesgo de cáncer de próstata en perros castrados, con la suposición de que la castración no es un factor de iniciación pero si puede favorecer la progresión tumoral. Aún no se ha determinado una relación clara entre la edad de la castración y el desarrollo de un adenocarcinoma de próstata hormonodependiente.
-Virus que causan tumores en el perro
Los papilomavirus son oncogénicos, contagiosos e infecciosos y han sido descritos en muchas especies animales, siendo específicos de cada una de ellas, aunque pueden producirse infecciones cruzadas en especies similares. De momento se han identificado cuatro papilomavirus en la especie canina, que producen papilomas benignos, mucocutáneos y cutáneos, y en casos raros se transforman en carcinomas de células escamosas. Los papilomas caninos persisten generalmente de 4 a 6 meses en la boca y de 6 meses a 1 año en la piel, antes de tener una regresión espontánea.
Los papilomas pueden denominarse como verrugas, verruga vulgar, papiloma de células escamosas o papilomatosis cutánea. Cuando aparecen suelen hacerlo de forma múltiple y son mucho más frecuentes en animales jóvenes. La localización más habitual es en la cavidad oral, afectando a los bordes labiales, lengua, mucosa faríngea, paladar duro y epiglotis. De 4 a 8 semanas después de la infección, aparece una lesión elevada, pequeña, pálida y suave, que rápidamente se desarrolla con una apariencia de coliflor. En muchas ocasiones su número suele ser muy elevado pudiendo llegar a identificarse entre 50 y 100 tumores. También pueden localizarse en el ojo afectando a la conjuntiva, córnea y márgenes de los párpados. La papilomatosis cutánea se presenta en perros de más edad, y la regresión es más prolongada, durante años en algunas ocasiones.
Una forma rara de papilomatosis cutánea es la que se presenta en los espacios interdigitales de pugs, schnauzers miniatura y greyhounds entre los 12 a 18 meses de edad. Las lesiones tienden a no desaparecer y son consideradas premalignas.
En un próximo artículo me referiré a los tumores más frecuentes en la especie canina, y sus posibles tratamientos, así como los resultados obtenidos tras su aplicación.
José Enrique Zaldívar Laguía.
Artículo publicado en la revista El Mundo del Perro.
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