LA PRIMERA VISITA AL VETERINARIO
Muchos de los que leáis este artículo, habréis tenido ya experiencias previas de lo que es la convivencia con un perro, pero también habrá lectores que se vayan a verse inmersos por primera vez en esta novedosa experiencia. A los primeros no vendrá mal recordarles algunos aspectos relacionados con los cuidados más elementales, y para los segundos, podrá ser una guía con la que resolver muchas de las dudas que se les vayan planteando, especialmente durante el primer año.
Son varias las vías por las que podréis adquirir un perro: criaderos especializados, tiendas de animales, sociedades protectoras, y en algún caso, el encuentro casual con un perro “vagabundo” que se cruzó en vuestro camino. También y dadas las fechas en las que nos encontramos, no será nada extraño que alguien os sorprenda con este “exótico” regalo.
Del mismo modo, y especialmente si acudís a un centro de acogida, es posible que el perro que vaya a entrar en vuestra casa no sea un cachorro, sino un perro joven, o adulto, que un día fue abandonado.
Deberíamos esperar que sea cual sea su procedencia, vuestro nuevo compañero de viaje se encuentre en perfecto estado de salud, pero desgraciadamente, esta premisa no siempre se cumple, y es por esto que, lo primero que se impone es una visita al veterinario.
En algunas ocasiones, el criador, el vendedor de la tienda de animales, e incluso la protectora en la que lo habréis recogido, os sugerirán, y en algunos casos os impondrán, una clínica a la que acudir para las primeras atenciones: vacunaciones y desparasitaciones. Puede que incluso os adviertan que de no ser así, perderéis la garantía sanitaria. No es el momento de polemizar sobre esta circunstancia, así que, lo dejaremos para otra ocasión, y nos centraremos en lo realmente importante, es decir, la salud y bienestar de vuestro nuevo perro.
Salvo casos excepcionales, mi recomendación es que no llevéis a casa un cachorro antes de haya cumplido las siete semanas de vida. Si se trata de un perro joven o de adulto es evidente que esta aseveración está fuera de lugar, al igual que si se trata de un perro huérfano.
Lo que yo os recomiendo es que, si el perro no presenta ningún síntoma extraño una vez recogido, se mantenga en vuestro domicilio durante las primeras 48 horas, y que pasado este tiempo lo llevéis al veterinario. La elección del profesional que merezca vuestra confianza, se hará, en la mayoría de los casos, por la proximidad a vuestro lugar de residencia, aunque en otras ocasiones sabemos que os guiaréis por otras circunstancias, como recomendaciones de amigos o conocidos, o conocimiento previo del profesional que ya atendió a algún perro que convivió con vosotros.
Sea cual la procedencia del animal, excepto en el caso de que haya sido recogido en la calle, es indispensable que la persona que os lo ha vendido o que os lo ha cedido, os entregue la documentación pertinente, en especial la cartilla sanitaria en donde figurarán las vacunas, y desparasitaciones, si es que se le han hecho, y que os informe de la alimentación que está tomando. En algunos casos, el perro estará ya identificado, es decir se le habrá puesto el microchip, y por tanto os deberá entregar la documentación que así lo acredite. Toda esta información es indispensable que sea entregada a vuestro veterinario en la primera visita a su clínica. De este modo será más sencillo establecer un calendario de futuras vacunaciones y desparasitaciones.
¿Qué debéis esperar del veterinario que os atienda en esta primera aproximación a un consultorio, clínica u hospital veterinario? La respuesta es sencilla: una revisión completa que garantice que todo está en orden, y la obtención de respuestas y explicaciones a todas vuestras preguntas e inquietudes; del mismo modo, él, esperará lo mismo de vosotros. La comunicación fluida en indispensable para que esta nueva relación sea lo más fructífera posible para ambas partes.
La revisión del perro, sea cual sea su edad, debe ser completa. Todos los aparatos y sistemas orgánicos deberán ser inspeccionados: ojos, boca, oídos, bronquios y pulmones, corazón, aparato digestivo, pelo, piel, aparato reproductor, locomotor... Una buena revisión, sin grandes alardes tecnológicos, deberá ser suficiente. Una vez realizada, y en función de lo que el facultativo haya observado, es posible que os sugiera alguna prueba complementaria.
Generalizando, podemos decir que, si detectamos un problema cardiaco, será necesaria la realización de un electro, y de una placa de tórax para empezar a identificar la patología causal; ante problemas de locomoción o de crecimiento, serán necesarios análisis de sangre, y algunas radiografías; ante un problema de piel, se hará inevitable tomar unas muestras de pelo, y la realización de algunos raspados de piel; ante problemas digestivos, un análisis de heces, y quizás una placa de abdomen. Determinados problemas oculares pueden hacer necesarios la realización de un test de Schimmer, un fondo de ojo, e incluso el uso de algunos colorantes para determinar la permeabilidad de la lágrima.
Merecerán especial atención las razas con predisposición a padecer ciertas enfermedades con un componente genético como displasia de codo o de cadera. En éstas, los criaderos serios acreditan con los certificados correspondientes, que los padres del cachorro están libres de estas enfermedades. Ello no garantiza que nuestro perro no vaya a padecerlas pero reduce la posibilidad. Si el perro es comprado, se debe exigir al vendedor, que si apareciera alguna enfermedad congénita, se hará cargo de la posible solución del problema. Salvo en casos excepcionales, y dada la edad en la que el cachorro es llevado a la primera visita a la clínica, va a resultar prácticamente imposible que vuestro veterinario pueda hacer un diagnóstico adecuado sobre estas patologías.
Una enfermedad que en muchas ocasiones podemos considerar como congénita, y que estamos viendo en la actualidad con excesiva frecuencia en cachorros, es la demodicosis (sarna demodecica), de la que también tendrá que responder el vendedor en caso de que se presente. Éste es un ejemplo claro de que en muchas ocasiones se están vendiendo cachorros con serios problemas de inmunidad, y que no han sido criados en las mejores condiciones.
No olvides que para cualquier reclamación posterior es indispensable la presentación de una factura de compra, y un comprobante de venta donde se aclaren las garantías por escrito.
Una recomendación que os hago, y que nos ahorrará tiempo, es que si en los días previos habéis observado que las deposiciones del perro no son las que deberían ser, es decir, que presenta un exceso de frecuencias, y alteraciones en su consistencia, llevéis dos o tres muestras de las mismas a la clínica para la realización de un análisis coprológico. No basta con que os hayan dicho que el animal ya ha sido desparasitado, ya que en muchas ocasiones su aparato digestivo presentará parásitos que sólo podrán ser combatidos tras su identificación y la aplicación del tratamiento específico. La presencia de giardias y de coccidios es cada día más frecuente en los cachorros que atendemos en nuestros centros, muchas veces solapadas por tratamientos previos que han realizado en los lugares en donde fueron criados o vendidos.
El programa vacunal se me antoja como una de las cuestiones más importantes que deben ser tratadas en la primera visita a la clínica. Es frecuente, ¡demasiado frecuente!, encontrarnos con cachorros mal vacunados. ¡Nunca se debe poner una vacuna antes de las 6 semanas de edad!, salvo en casos muy particulares que deberá valorar el veterinario. La prisa en estos casos no reportará ningún beneficio. Un ejemplo sería el de aquellos perros que fueron criados a biberón en ausencia de la madre, o en el caso de que ésta estuviera imposibilitada para desarrollar la lactación.
Antes de esta edad, los anticuerpos maternos que el cachorro adquiere a través de la leche neutralizarán la vacuna, con lo que ésta no será efectiva. A partir de las seis semanas, estos anticuerpos que protegían al cachorro comienzan a disminuir, por lo que la vacuna ya puede ser eficaz. Desde este momento, retrasar la vacunación será perder un tiempo valioso para que el perro cree sus propias defensas. Sin ellas quedará expuesto a múltiples agentes infecciosos que provocarán enfermedades peligrosas y ampliamente extendidas por todo el mundo.
Todos los cachorros deberán ser REVACUNADOS cuando cumplan las 12 semanas de vida, y no antes.
Ni que decir tiene, que si el perro es joven o adulto, el programa vacunal tendrá alguna variación, en función de la edad exacta, y de vacunaciones que se hayan realizado previamente.
Uno de los temas más importantes a tratar en nuestra visita al veterinario es el de la alimentación. Deberemos hacer un cálculo aproximado de lo que va a pesar el perro en su edad adulta, para fijar el tipo de alimento que se le debe suministrar. Afortunadamente, las grandes marcas de piensos, tienen una amplia variedad de productos de excelente calidad para cada una de las etapas de la vida, pero que deben ser elegidas en función de que el animal, en su edad adulta, vaya a tener un tamaño enano, pequeño, mediano, grande o gigante.
El tema de la futura esterilización no es necesario tratarlo en una primera consulta, pero tampoco conviene demorarlo en exceso, porque el tiempo pasa muy rápido, y según los últimos avances científicos, es conveniente que sea realizada antes de que perro o la perra alcancen la madurez sexual para que reporte el máximo de beneficios que se ha demostrado que tiene esta práctica.
Los que habéis tenido ya experiencias previas, es decir, que el nuevo inquilino no es el primer perro, tenéis conocimientos suficientes para poder llevar a buen puerto una adecuada educación, aunque es importante recordar que no suele haber dos perros iguales, por lo que, en algunas ocasiones, lo que sirvió para enseñar a uno no es útil para aplicarlo en otro.
Para los “novatos” creo interesante informaros de que existen en la actualidad reuniones educativas para propietarios de cachorros que os pueden ser de gran utilidad, llevadas a cabos por veterinarios especialistas en Etología. Vuestro veterinario os podrá informar de los lugares en que se imparten. La socialización del perro es una disciplina de gran actualidad, por lo que, llegado el caso, os reportará grandes beneficios y será de gran ayuda.
No obstante, vuestro veterinario de “cabezera”, os podrá instruir en las habilidades que tendréis que poner en marcha para que vuestro nuevo perro no presente alteraciones del comportamiento que luego cueste solucionar.
Y para finalizar, como veterinario especialista en pequeños animales, creo conveniente que antes de tomar una decisión que supone asumir una gran responsabilidad, os hagáis tres preguntas que aparecen en una entretenida guía llamada “La educación del cachorro” publicada por dos compañeros de profesión, los doctores Estevez, y Ramil:
-¿Tienes tiempo para atender a un perro y dedicarle un mínimo de quince minutos por la mañana, al mediodía y por la noche?
-¿Puedes costear los gastos de alimentación, veterinario, peluquería, adiestramiento, residencia, seguro de responsabilidad civil... ?
-¿Tienes un lugar apropiado en casa, una pequeña habitación o parte de ella, para uso exclusivo del perro?
Si respondes “no” a alguna de estas cuestiones deberías pensar en otro tipo de mascota.
José Enrique Zaldívar Laguía.
Clínica Veterinaria Colores.
Pso de Santa María de la Cabeza 68 A
Madrid-28045
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