DIABETES MELLITUS EN EL PERRO
DIABETES MELLITUS EN EL PERRO
Publicado por José Enrique Zaldívar Laguía on 2/02/07
Diabetes mellitus
Durante casi dos mil años, hasta el descubrimiento de la insulina en 1921, la diabetes era una
enfermedad mortal.
Arateus (138-81 a.C.) decía: «Así me parece que la enfermedad recibió el nombre de “diabetes” de
la palabra griega que significa sifón, debido a que el líquido no permanece en el organismo sino
que lo utiliza como una escalera mediante la cual abandona el cuerpo humano». Nuestros
antepasados deben de haberse sorprendido ante esta extraña escalera, que permitía a los líquidos
abandonar organismos, abocando al paciente a una sed inaplacable y a la emaciación.
La diabetes es una enfermedad «relativamente
» frecuente, muy fácil
de diagnosticar pero, a veces, bastante
difícil de controlar. Todos hemos
oído hablar de ella, y casi todos conocemos
a alguien que la padece, familiar o
amigo.
¿QUÉ ES LA DIABETES?
La diabetes es definida como un desorden
en el metabolismo de los hidratos
de carbono, grasas y proteínas causado
por una deficiencia de insulina, que
puede ser absoluta o relativa. Por su
parte, la insulina es una hormona secretada
en las células beta del páncreas,
cuya producción permite controlar la
glucemia (niveles de glucosa en sangre).
La deficiencia de insulina ocasiona un
deterioro en la capacidad de los tejidos
para utilizar los nutrientes, lo que se traduce
en un aumento de glucosa en sangre
(hiperglucemia).
En condiciones normales, cuando la
glucosa excede de 110 mg/dl se secreta
insulina y la glucemia baja a su valor
normal (80-110 mg/dl). Cuando la glucemia
disminuye por debajo de 60
mg/dl se inhiben la secreción y síntesis
normales de insulina, lo que limita la utilización
de glucosa por los tejidos y permite
que la glucemia aumente al rango
fisiológico normal.
El organismo obtiene su energía en
forma de carbohidratos, grasas y proteínas
a través de la dieta. Esto proporciona
combustible para 4-8 horas de metabolismo
celular. Después de este período
el organismo se nutrirá de la glucosa
producida por el hígado, principalmente,
pero todo ello controlado por la mayor
o menor producción de insulina por
las células pancreáticas.
TIPOS DE DIABETES
La diabetes es clasificada de acuerdo
con la enfermedad en los seres humanos,
es decir, como tipo I y tipo II. La tipo I se
caracteriza por la destrucción de células
beta, lo que determina la pérdida progresiva
y al final completa de la secreción de
insulina. Los perros que sufren la diabetes
mellitus de tipo I pueden tener un comienzo
repentino de síntomas debido a la
pérdida rápida de la capacidad de producir
insulina. Estos casos requieren insulinización
desde el momento del diagnóstico
y son denominados diabéticos insulinodependientes
(DMID). Otros perros
pueden tener una pérdida gradual de la
secreción de insulina, ya que sus células
beta serán destruidas con lentitud. Estos
animales pueden tener un período inicial
en el que la hiperglucemia sea leve o de
fácil control, en cuyo caso se trata de diabéticos
insulinoindependientes (DMIID),
aunque a largo plazo estos perros también
la necesitarán.
La diabetes mellitus tipo II es un poco
más difícil de entender y se caracteriza
por lo que llamamos «resistencia a la insulina
» y por células beta «disfuncionales
». La secreción de insulina por parte
de estas células será alta, baja o normal,
pero insuficiente para superar la
resistencia a la misma en los tejidos periféricos.
Es, por explicarlo de otro modo,
como si los tejidos no obedecieran a
las órdenes de la insulina o no fueran
capaces de hacer lo que se les manda.
En cuanto al metabolismo o síntesis de
glucosa, estos perros pueden tener
DMID o DMIID, es decir, necesitar o no
insulina según la magnitud de la insulinorresistencia
y del estado funcional de
las células beta en cuanto a su capacidad
de producir y secretar la hormona
en cantidades bajas, normales o altas.
En los perros también se reconoce
una diabetes secundaria, producida
por una intolerancia a los carbohidratos
(glucosa) debido a la presencia de
una enfermedad o a un tratamiento farmacológico
que antagoniza o contrarresta
los efectos de la insulina y que
puede conducir al agotamiento de las
células beta del páncreas con la aparición
de una diabetes insulinodependiente.
Causas de la aparición de este
problema son el síndrome de Cushing
(exceso de cortisol) —ver EL MUNDO DEL
PERRO, n.º 292—, la gestación (exceso
de progesterona), el uso de glucocorticoides
para tratar determinadas enfermedades,
así como la administración
de acetato de
megestrol o de medroxiprogesterona
para inhibir el
celo.
La presentación de diabetes
durante la gestación implica
una situación delicada,
ya que la administración
de insulina para
controlarla puede provocar
un aumento del tamaño fetal
y, por tanto, un parto distócico.
Por otra parte, algunas
perras pueden presentar
diabetes secundaria durante
un diestro prolongado, debido
a la producción de
progesterona por un quiste
ovárico luteinizado. Dado
que estas perras pueden desarrollar
a la larga una
DMID se recomienda su esterilización
en cuanto sea
posible.
TRATAMIENTO
Que el tratamiento sea el adecuado
dependerá de cómo interpretemos los
signos clínicos, los valores de glucosa en
orina y las determinaciones periódicas
de glucosa en sangre. La reaparición de
síntomas una vez instaurada la terapia
en un diabético previamente bien controlado
indicarán la necesidad de mejorar
el control. El comportamiento de la
glucosa medida en la orina por vosotros
también podrá indicarnos el inicio de la
desregulación.
Evidentemente, la finalidad del tratamiento
es eliminar los síntomas observados
o minimizarlos limitando las fluctuaciones
de glucosa. Esto lo conseguiremos
con la administración de la insulina
apropiada, dieta, ejercicio, la prevención
y control de trastornos inflamatorios,
infecciosos, neoplásicos y endocrinos.
Los buenos resultados dependerán del
número de células beta funcionales que
queden en el páncreas y de la variación
individual de la respuesta al tratamiento.
La pérdida de peso en presencia de un
buen apetito a menudo es signo de que
la glucemia no se controla adecuadamente,
aunque a veces la dieta baja en
grasas puede ser la apropiada para el
perro diabético. Las infecciones recurrentes
en piel, vías urinarias o vías respiratorias
también pueden ser indicadoras
de que la hiperglucemia persiste.
El ejercicio es muy importante, debe
realizarse todos los días a la misma hora.
Una excepción serían los perros de
caza, a los que debemos disminuir la
dosis de insulina en los días en que hagan
un mayor esfuerzo. La
cantidad a reducir es difícil
de determinar, pero recomendamos
un 50 por ciento
al principio y hacer ajustes
según los síntomas y las
eventuales hipoglucemias.
Los signos de esta complicación
deben ser identificados
rápidamente por el cazador
o guía y tener siempre a
mano fuentes de glucosa.
La insulinoterapia es el aspecto
más importante del
tratamiento de la diabetes
mellitus. Desde su descubrimiento
en 1921 se han desarrollado
varios tipos de
formulaciones, las hay de
acción corta (regular), intermedia
(lenta, NPH) o prolongada
(ultralenta), así como
mezclas de las anteriores
en función de la
prontitud, duración e intensidad
del efecto después de su administración
por vía subcutánea. También
existen diferentes presentaciones en función
de la especie animal de las que se
obtiene. Así, tenemos la bovina, la porcina
y la obtenida por ingeniería genética,
llamada recombinante humana. En
perros podemos utilizar esta última,
aunque existe en el mercado una de uso
veterinario, de origen porcino, llamada
caninsulín, que yo he usado con excelentes
resultados. Otros veterinarios recomiendan
el uso de las porcinas y bovinas
en sus presentaciones NPH y lentas.
La experiencia de cada uno será la
que determine cuál es la más adecuada
para cada caso.
El tratamiento se suele iniciar con una
inyección al día en dosis de 0,5 UI/kg,
pero normalmente serán necesarias dos
inyecciones diarias y llegar hasta 1
UI/kg para conseguir un adecuado control
del proceso. Los reajustes de dosis
debemos hacerlos a razón de 0,53 UI
por animal cada cinco días en caso de
ser necesarios.
En veterinaria, la insulina puede administrarse
antes de las comidas a animales
diabéticos que habitualmente tengan
un buen apetito. Sin embargo, nos
encontramos, a veces, con perros que
manifiestan un apetito selectivo, en cuyo
caso es mejor pincharles en el momento
de la comida. Si no ingiere alimento
puede reducirse la dosis a la mitad o no
administrarse y llevar al perro al veterinario
para determinar la causa de la
anorexia.
El control de la glucemia puede tardar
un mes en lograrse y se habrá conseguido
cuando se resuelvan los signos clínicos,
el perro se encuentre saludable, su
peso corporal sea estable, vosotros estéis
satisfechos y, si es posible, la glucemia
varíe entre 100 y 250 mg/dl durante
el día. Vuestra opinión en cuanto a la
ingestión de agua, diuresis, apetito y peso
corporal es de gran importancia. Una
vez conseguido un buen valor de glucosa
en sangre, haremos controles cada
tres o cuatro meses, cuyos resultados no
permitirán ajustar la terapia con insulina.
Los ajustes en la dosificación serán
frecuentes, por lo que es importante establecer
un rango de dosificaciones «seguras
». La vigilancia ocasional de la orina
para buscar glucosuria o cetonuria
pueden proporcionar información útil. El
sitio adecuado para administrar las inyecciones
son los laterales del tórax y
del abdomen. La parte posterior del cuello
tiene el inconveniente de la falta de
irrigación y la fibrosis que inducen las
inyecciones repetidas.
TRATAMIENTO NUTRICIONAL
El tratamiento nutricional está encaminado
a suministrar los nutrientes adecuados
para lograr y mantener una condición
física y un peso corporal ideal, y crear las
condiciones óptimas para un control satisfactorio
de la glucemia y para prevenir o
corregir enfermedades concurrentes o
complicaciones de la enfermedad. Las ingestas
deben ser consistentes, con un horario
de comidas coordinado con los efectos
fisiológicos de la insulina administrada.
Debéis suministrar una mezcla de
alimentos enlatados y secos, evitando los
blandos y húmedos debido a los efectos
hiperglucemiantes de determinados elementos
presentes en ellos.
Las dietas que contienen cantidades
aumentadas de fibra ayudan a favorecer
la pérdida de peso, hacen más lenta
la absorción de glucosa desde el tubo
digestivo y aumentan así las posibilidades
de control de la hiperglucemia. Si
vuestro perro es obeso, el adelgazamiento
debe ser gradual a lo largo de
varios meses. Los requerimientos de insulina
irán disminuyendo a medida que
el perro pierde peso y debe ser tenido
en cuenta para realizar los ajustes necesarios.
Lo contrario ocurrirá si el perro
estaba delgado al iniciar el tratamiento
y se produce una ganancia de peso. El
horario de comidas es muy importante,
ya que en los diabéticos la secreción de
insulina es insuficiente o nula, por lo que
la ingesta debe coordinarse con los
efectos fisiológicos de la insulina inyectada.
Se deben dividir las comidas, intentando
que vuestro perro las ingiera
lentamente. Si recibe una sola inyección
al día, deberá comer tres veces, y si recibe
dos, deberá hacerlo cuatro. Como
a efectos prácticos la mayoría de vosotros
tendréis problemas para cumplir este
horario, normalmente será suficiente
hacer coincidir las comidas con las inyecciones
de insulina, si es que el perro
recibe dos administraciones diarias. Si
sólo le aplicáis una inyección, se le dará
una comida un ese momento y otra ocho
o diez horas después.
Si nos encontramos con un perro con
diversas patologías, la dieta a suministrar
debe ser la adecuada para la enfermedad
más grave de las que tenga, la que
realmente tiene más posibilidades de
acabar con su vida. Así, una dieta para
insuficiencia renal crónica, insuficiencia
cardíaca o pancreatitis es más importante
que la empleada para la diabetes, ya
que la hiperglucemia puede ser controlada
con la insulina. Esto no significa que
el perro pueda comer lo que quiera, porque
la insulina no es la panacea. Si por
suerte su único problema es la diabetes,
lo ideal es que le suministréis una dieta
adecuada y la insulina. Vivirá mucho
más, os lo aseguro.
Aquí termina mi exposición sobre las
generalidades de la diabetes mellitus.
Os parecerá una enfermedad de fácil
contro, pero no es así. En un próximo
artículo escribiré sobre las complicaciones
que en numerosas ocasiones nos
acarrearán los cuadros clínicos y también
sobre los novedosos tratamientos
alternativos que ya se han aplicado en
medicina humana y que seguramente en
un futuro, que supongo aún lejano, podremos
aplicar a nuestros perros.
José Enrique Zaldívar Laguía.
Clínica Veterinaria Colores. Paseo de Santa María de la Cabeza 68 A.28045-Madrid
Publicado por José Enrique Zaldívar Laguía on 2/02/07
Diabetes mellitus
Durante casi dos mil años, hasta el descubrimiento de la insulina en 1921, la diabetes era una
enfermedad mortal.
Arateus (138-81 a.C.) decía: «Así me parece que la enfermedad recibió el nombre de “diabetes” de
la palabra griega que significa sifón, debido a que el líquido no permanece en el organismo sino
que lo utiliza como una escalera mediante la cual abandona el cuerpo humano». Nuestros
antepasados deben de haberse sorprendido ante esta extraña escalera, que permitía a los líquidos
abandonar organismos, abocando al paciente a una sed inaplacable y a la emaciación.
La diabetes es una enfermedad «relativamente
» frecuente, muy fácil
de diagnosticar pero, a veces, bastante
difícil de controlar. Todos hemos
oído hablar de ella, y casi todos conocemos
a alguien que la padece, familiar o
amigo.
¿QUÉ ES LA DIABETES?
La diabetes es definida como un desorden
en el metabolismo de los hidratos
de carbono, grasas y proteínas causado
por una deficiencia de insulina, que
puede ser absoluta o relativa. Por su
parte, la insulina es una hormona secretada
en las células beta del páncreas,
cuya producción permite controlar la
glucemia (niveles de glucosa en sangre).
La deficiencia de insulina ocasiona un
deterioro en la capacidad de los tejidos
para utilizar los nutrientes, lo que se traduce
en un aumento de glucosa en sangre
(hiperglucemia).
En condiciones normales, cuando la
glucosa excede de 110 mg/dl se secreta
insulina y la glucemia baja a su valor
normal (80-110 mg/dl). Cuando la glucemia
disminuye por debajo de 60
mg/dl se inhiben la secreción y síntesis
normales de insulina, lo que limita la utilización
de glucosa por los tejidos y permite
que la glucemia aumente al rango
fisiológico normal.
El organismo obtiene su energía en
forma de carbohidratos, grasas y proteínas
a través de la dieta. Esto proporciona
combustible para 4-8 horas de metabolismo
celular. Después de este período
el organismo se nutrirá de la glucosa
producida por el hígado, principalmente,
pero todo ello controlado por la mayor
o menor producción de insulina por
las células pancreáticas.
TIPOS DE DIABETES
La diabetes es clasificada de acuerdo
con la enfermedad en los seres humanos,
es decir, como tipo I y tipo II. La tipo I se
caracteriza por la destrucción de células
beta, lo que determina la pérdida progresiva
y al final completa de la secreción de
insulina. Los perros que sufren la diabetes
mellitus de tipo I pueden tener un comienzo
repentino de síntomas debido a la
pérdida rápida de la capacidad de producir
insulina. Estos casos requieren insulinización
desde el momento del diagnóstico
y son denominados diabéticos insulinodependientes
(DMID). Otros perros
pueden tener una pérdida gradual de la
secreción de insulina, ya que sus células
beta serán destruidas con lentitud. Estos
animales pueden tener un período inicial
en el que la hiperglucemia sea leve o de
fácil control, en cuyo caso se trata de diabéticos
insulinoindependientes (DMIID),
aunque a largo plazo estos perros también
la necesitarán.
La diabetes mellitus tipo II es un poco
más difícil de entender y se caracteriza
por lo que llamamos «resistencia a la insulina
» y por células beta «disfuncionales
». La secreción de insulina por parte
de estas células será alta, baja o normal,
pero insuficiente para superar la
resistencia a la misma en los tejidos periféricos.
Es, por explicarlo de otro modo,
como si los tejidos no obedecieran a
las órdenes de la insulina o no fueran
capaces de hacer lo que se les manda.
En cuanto al metabolismo o síntesis de
glucosa, estos perros pueden tener
DMID o DMIID, es decir, necesitar o no
insulina según la magnitud de la insulinorresistencia
y del estado funcional de
las células beta en cuanto a su capacidad
de producir y secretar la hormona
en cantidades bajas, normales o altas.
En los perros también se reconoce
una diabetes secundaria, producida
por una intolerancia a los carbohidratos
(glucosa) debido a la presencia de
una enfermedad o a un tratamiento farmacológico
que antagoniza o contrarresta
los efectos de la insulina y que
puede conducir al agotamiento de las
células beta del páncreas con la aparición
de una diabetes insulinodependiente.
Causas de la aparición de este
problema son el síndrome de Cushing
(exceso de cortisol) —ver EL MUNDO DEL
PERRO, n.º 292—, la gestación (exceso
de progesterona), el uso de glucocorticoides
para tratar determinadas enfermedades,
así como la administración
de acetato de
megestrol o de medroxiprogesterona
para inhibir el
celo.
La presentación de diabetes
durante la gestación implica
una situación delicada,
ya que la administración
de insulina para
controlarla puede provocar
un aumento del tamaño fetal
y, por tanto, un parto distócico.
Por otra parte, algunas
perras pueden presentar
diabetes secundaria durante
un diestro prolongado, debido
a la producción de
progesterona por un quiste
ovárico luteinizado. Dado
que estas perras pueden desarrollar
a la larga una
DMID se recomienda su esterilización
en cuanto sea
posible.
TRATAMIENTO
Que el tratamiento sea el adecuado
dependerá de cómo interpretemos los
signos clínicos, los valores de glucosa en
orina y las determinaciones periódicas
de glucosa en sangre. La reaparición de
síntomas una vez instaurada la terapia
en un diabético previamente bien controlado
indicarán la necesidad de mejorar
el control. El comportamiento de la
glucosa medida en la orina por vosotros
también podrá indicarnos el inicio de la
desregulación.
Evidentemente, la finalidad del tratamiento
es eliminar los síntomas observados
o minimizarlos limitando las fluctuaciones
de glucosa. Esto lo conseguiremos
con la administración de la insulina
apropiada, dieta, ejercicio, la prevención
y control de trastornos inflamatorios,
infecciosos, neoplásicos y endocrinos.
Los buenos resultados dependerán del
número de células beta funcionales que
queden en el páncreas y de la variación
individual de la respuesta al tratamiento.
La pérdida de peso en presencia de un
buen apetito a menudo es signo de que
la glucemia no se controla adecuadamente,
aunque a veces la dieta baja en
grasas puede ser la apropiada para el
perro diabético. Las infecciones recurrentes
en piel, vías urinarias o vías respiratorias
también pueden ser indicadoras
de que la hiperglucemia persiste.
El ejercicio es muy importante, debe
realizarse todos los días a la misma hora.
Una excepción serían los perros de
caza, a los que debemos disminuir la
dosis de insulina en los días en que hagan
un mayor esfuerzo. La
cantidad a reducir es difícil
de determinar, pero recomendamos
un 50 por ciento
al principio y hacer ajustes
según los síntomas y las
eventuales hipoglucemias.
Los signos de esta complicación
deben ser identificados
rápidamente por el cazador
o guía y tener siempre a
mano fuentes de glucosa.
La insulinoterapia es el aspecto
más importante del
tratamiento de la diabetes
mellitus. Desde su descubrimiento
en 1921 se han desarrollado
varios tipos de
formulaciones, las hay de
acción corta (regular), intermedia
(lenta, NPH) o prolongada
(ultralenta), así como
mezclas de las anteriores
en función de la
prontitud, duración e intensidad
del efecto después de su administración
por vía subcutánea. También
existen diferentes presentaciones en función
de la especie animal de las que se
obtiene. Así, tenemos la bovina, la porcina
y la obtenida por ingeniería genética,
llamada recombinante humana. En
perros podemos utilizar esta última,
aunque existe en el mercado una de uso
veterinario, de origen porcino, llamada
caninsulín, que yo he usado con excelentes
resultados. Otros veterinarios recomiendan
el uso de las porcinas y bovinas
en sus presentaciones NPH y lentas.
La experiencia de cada uno será la
que determine cuál es la más adecuada
para cada caso.
El tratamiento se suele iniciar con una
inyección al día en dosis de 0,5 UI/kg,
pero normalmente serán necesarias dos
inyecciones diarias y llegar hasta 1
UI/kg para conseguir un adecuado control
del proceso. Los reajustes de dosis
debemos hacerlos a razón de 0,53 UI
por animal cada cinco días en caso de
ser necesarios.
En veterinaria, la insulina puede administrarse
antes de las comidas a animales
diabéticos que habitualmente tengan
un buen apetito. Sin embargo, nos
encontramos, a veces, con perros que
manifiestan un apetito selectivo, en cuyo
caso es mejor pincharles en el momento
de la comida. Si no ingiere alimento
puede reducirse la dosis a la mitad o no
administrarse y llevar al perro al veterinario
para determinar la causa de la
anorexia.
El control de la glucemia puede tardar
un mes en lograrse y se habrá conseguido
cuando se resuelvan los signos clínicos,
el perro se encuentre saludable, su
peso corporal sea estable, vosotros estéis
satisfechos y, si es posible, la glucemia
varíe entre 100 y 250 mg/dl durante
el día. Vuestra opinión en cuanto a la
ingestión de agua, diuresis, apetito y peso
corporal es de gran importancia. Una
vez conseguido un buen valor de glucosa
en sangre, haremos controles cada
tres o cuatro meses, cuyos resultados no
permitirán ajustar la terapia con insulina.
Los ajustes en la dosificación serán
frecuentes, por lo que es importante establecer
un rango de dosificaciones «seguras
». La vigilancia ocasional de la orina
para buscar glucosuria o cetonuria
pueden proporcionar información útil. El
sitio adecuado para administrar las inyecciones
son los laterales del tórax y
del abdomen. La parte posterior del cuello
tiene el inconveniente de la falta de
irrigación y la fibrosis que inducen las
inyecciones repetidas.
TRATAMIENTO NUTRICIONAL
El tratamiento nutricional está encaminado
a suministrar los nutrientes adecuados
para lograr y mantener una condición
física y un peso corporal ideal, y crear las
condiciones óptimas para un control satisfactorio
de la glucemia y para prevenir o
corregir enfermedades concurrentes o
complicaciones de la enfermedad. Las ingestas
deben ser consistentes, con un horario
de comidas coordinado con los efectos
fisiológicos de la insulina administrada.
Debéis suministrar una mezcla de
alimentos enlatados y secos, evitando los
blandos y húmedos debido a los efectos
hiperglucemiantes de determinados elementos
presentes en ellos.
Las dietas que contienen cantidades
aumentadas de fibra ayudan a favorecer
la pérdida de peso, hacen más lenta
la absorción de glucosa desde el tubo
digestivo y aumentan así las posibilidades
de control de la hiperglucemia. Si
vuestro perro es obeso, el adelgazamiento
debe ser gradual a lo largo de
varios meses. Los requerimientos de insulina
irán disminuyendo a medida que
el perro pierde peso y debe ser tenido
en cuenta para realizar los ajustes necesarios.
Lo contrario ocurrirá si el perro
estaba delgado al iniciar el tratamiento
y se produce una ganancia de peso. El
horario de comidas es muy importante,
ya que en los diabéticos la secreción de
insulina es insuficiente o nula, por lo que
la ingesta debe coordinarse con los
efectos fisiológicos de la insulina inyectada.
Se deben dividir las comidas, intentando
que vuestro perro las ingiera
lentamente. Si recibe una sola inyección
al día, deberá comer tres veces, y si recibe
dos, deberá hacerlo cuatro. Como
a efectos prácticos la mayoría de vosotros
tendréis problemas para cumplir este
horario, normalmente será suficiente
hacer coincidir las comidas con las inyecciones
de insulina, si es que el perro
recibe dos administraciones diarias. Si
sólo le aplicáis una inyección, se le dará
una comida un ese momento y otra ocho
o diez horas después.
Si nos encontramos con un perro con
diversas patologías, la dieta a suministrar
debe ser la adecuada para la enfermedad
más grave de las que tenga, la que
realmente tiene más posibilidades de
acabar con su vida. Así, una dieta para
insuficiencia renal crónica, insuficiencia
cardíaca o pancreatitis es más importante
que la empleada para la diabetes, ya
que la hiperglucemia puede ser controlada
con la insulina. Esto no significa que
el perro pueda comer lo que quiera, porque
la insulina no es la panacea. Si por
suerte su único problema es la diabetes,
lo ideal es que le suministréis una dieta
adecuada y la insulina. Vivirá mucho
más, os lo aseguro.
Aquí termina mi exposición sobre las
generalidades de la diabetes mellitus.
Os parecerá una enfermedad de fácil
contro, pero no es así. En un próximo
artículo escribiré sobre las complicaciones
que en numerosas ocasiones nos
acarrearán los cuadros clínicos y también
sobre los novedosos tratamientos
alternativos que ya se han aplicado en
medicina humana y que seguramente en
un futuro, que supongo aún lejano, podremos
aplicar a nuestros perros.
José Enrique Zaldívar Laguía.
Clínica Veterinaria Colores. Paseo de Santa María de la Cabeza 68 A.28045-Madrid
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